Capítulo 23: Joshua

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Eran cerca de las 3 de la mañana cuando mis ojos se abrieron, tenía la boca seca y pastosa. Bebí ávidamente del vaso que tenía en la mesita de noche y respiré tratando de calmar mi corazón acelerado. 


Giré mi cabeza hacia un costado y vi las piernas desnudas de Abby por encima de las mantas. Me acomodé mejor en la cama para mirarla y no pude evitar sonreír como un idiota al verla durmiendo en mi lado de la cama, con su cabeza escondida entre las almohadas y sus brazos bajo la almohada. 


Mi estómago rugió y maldije mentalmente, porque a pesar de tener hambre, no quería moverme y bajar al primer piso para comer algo. 


Parpadeé incrédulo cuando me fijé que, en la cómoda frente a mí, había un plato tapado con el plástico del microondas, me levanté con pesadez y levanté la tapa, encontrándome con un sándwich de miga. Lo tomé con la boca haciéndoseme agua y le di un mordisco. Jesús, era el mejor sándwich que había comido en mucho tiempo. Era de pollo, mayonesa y aguacate y, probablemente, lo comí en menos de cinco minutos. Mi estómago agradeció la comida y mi cabeza pareció sentirse más liviana.


De hecho, me di cuenta que mi cuerpo ya no estaba sudando ni parecía tener tanta fiebre, mi cuerpo no temblaba a causa de los escalofríos y me volví a sentar en la cama después de comer. 


— ¿Josh? – La voz ronca de Abby me hizo dar un salto y jadeé. – ¿Qué estás haciendo? 


—Comiendo. – Abby sonrió cuando la miré y me estaba mirando con una mirada tan adormilada que no pude evitar sonreír con ella también.

 
—Imaginé que tendrías hambre en algún momento. 


—Gracias por preocuparte, cariño. 


—No es nada, ahora vuelve a dormir. Tengo que trabajar mañana. – Asentí y me metí en la cama, tapándome con la sábana y acomodándome de frente a ella. 


— ¿A qué hora debes irte? – Quise saber, ella tenía sus ojos cerrados ya, pero apretó mis dedos cuando busqué su mano y entrelacé nuestros dedos. 


—Cuando suene el despertador. – Susurró ella, su voz apenas audible. 

—Está bien.


No mucho tiempo después, volví a quedarme dormido sosteniendo la mano de Abby.


Desperté a causa de la luz del sol en mis ojos, sintiéndome confundido y un poco grogui. Abby me despertó en algún momento de la madrugada para obligarme a tomar un paracetamol y luego me dejó volver a dormir, había sentido cuando se fue en la mañana, pero mis ojos no fueron capaces de abrirse para poder despedirme de ella como una persona funcional. Solo fui capaz de murmurar algunas palabras ininteligibles y volví a caer rendido en la cama. 


Ahora me sentía mucho mejor y me maravillé al darme cuenta que mi piel no estaba ardiendo y mi cuerpo no temblaba. Solo tenía dolor de garganta y cabeza, congestión nasal y cansancio.


Tomé el teléfono que tenía en la mesita de noche y había un montón de mensajes sin leer, pero abrí primero el de Abby. Me fui a trabajar, volveré a la hora del almuerzo, ¿está bien? Por cierto, ya le avisé a Matt que estabas enfermo. 

 
Yo le respondí un simple mensaje: te debo el universo. Ella no vio el mensaje y yo me dispuse a seguir contestando algunos pendientes. Incluso charlé un rato con Matt, quien me dijo que volviera a la oficina cuando me sintiera mejor y que me cuidara. Le agradecí por ser un buen jefe y un mucho mejor amigo.

Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora