Capítulo 4: Abigail

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Me acomodé en el sofá de la sala para poder editar. No había nadie en casa y el silencio usualmente me ayudaba para concentrarme. Ivy estaba fuera de la ciudad por el día, así que no podía ir a su casa para que me ayudara. Solo debía ir tres días a la semana a la editorial, porque los otros dos días iban alumnos de otras universidades, así que debíamos turnarnos y aquel día lunes era el turno de los alumnos de la Universidad de Boston. 


Leí en voz alta un montón de veces el libro que ahora me tocaba editar y que debía entregar el día viernes de esta misma semana. Ya llevaba un par de capítulos editados, pero la ciencia ficción no era mi fuerte, por lo que leer en voz alta solía ayudarme a encontrar los errores. 


El timbre sonó a eso del mediodía. Fruncí el ceño. ¿Quién diablos podía ser a esta hora?


Me levanté con molestia del sofá por la interrupción y me sentí aún más molesta al ver quién estaba del otro lado de la puerta. 


— ¿Qué estás haciendo aquí? – Espeté mientras cruzaba mis brazos bajo mis pechos.


—Vine por tu padre, me dijo que nos encontraríamos aquí. – Vi que llevaba un maletín y su móvil en la otra mano. 


Él se veía realmente guapo, usaba un traje azul marino que combinó con una camisa blanca y corbata gris, un abrigo negro largo y abierto por encima de su ropa. Su cabello iba peinado hacia atrás, como si hubiese estado pasando su mano por él repetidas veces. Era más hermoso de lo que mi mente había recordado y lo odiaba por ello. Por ser tan malditamente atractivo. Su boca se curvó hacia un costado cuando no dije nada. 


— ¿No me dejarás pasar? – Le hice un desprecio. 


—Aun lo estoy pensando. – Suspiré cuando pensé en que mi padre se podría enojar si encontraba a su abogado afuera y yo adentro sin haberle abierto la puerta. – Pasa.


Él entró, ocupando todo el espacio del hall. Era tan alto como recordaba, sin embargo, no lucía desgarbado ni nada, sabía cómo lucir su altura, lográndose ver como lo haría un modelo en alguna revista. Seguro y confiado de sí mismo. Lo odiaba por ello.


—Papá no va a llegar hasta dentro de una hora creo. Viene a almorzar y luego se va. – Informé. Josh asintió mientras dejaba su maletín en la silla junto a la puerta y comenzaba a quitarse el abrigo. 


—Sí, me dijo eso. – Me obligué a dejar de mirarlo tan atentamente como lo estaba haciendo y, en cambio, miré su maletín casi sin parpadear. 


—Bien. Acomódate por ahí.


No esperé a que me respondiera, de hecho, caí en cuenta de cómo iba vestida a medida que me acercaba al sofá. Pantalones de chándal negros, calcetines gruesos de un material que parecía ser lana de cordero y una sudadera que me llegaba hasta el trasero y tenía el nombre de mi universidad en el frente con letras rojas. Mi cabello iba todo desordenado y mi rostro estaba libre de cualquier tipo de maquillaje. Solo me había aplicado las cremas y aceites que solía usar para que mi piel no se resecara a causa del frío. 


Para mi total indignación, Josh entró en la sala y se sentó en el sofá individual frente a mí, del otro lado de la chimenea encendida. Me ponía increíblemente incómoda su presencia. 


— ¿Qué son esos papeles? – Quiso saber, curioso. Lo miré por encima de mis lentes de lectura.

 
—Un manuscrito. 


—Ah. Tu padre dijo que serías editora. – Asentí con la mandíbula apretada. Temí que en algún momento pudiese quebrar mis dientes de tan apretada que estaba mi mandíbula. – Abby... 

Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora