Capitulo XXVII: Dónde estuviste?

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-Me quiero mover y no puedo... estúpida sutura! -ella se seguía quejando aún después de que ya habían pasado... pues no es mucho, 1 día...

-Mikasa, tienes que quedarte ahí... Deja que cicatrice bien. -ella me miró y solo movió la mano en señal de que poco le importaba.

-Tu, tu ni estás aquí. Tú sigues muerto, y ahí te vas a quedar. -suspire y me recosté a un lado de ella.- Dónde están mis hijos? Tú viste dónde los dejé, no?

-Annie se los llevo.

-Ah... Lo rompí todo... -la mire interrogante, notando unas lágrimas de sal rodar por sus mejillas blancas, empapando así sus ojos en instantes.- Cada que... huía de una cita a tu lado, era porque no quería que me vieras. Lo rompí, tres años de relación en que esa misma se rompió por culpa mía.

-Es cierto, lo arruinaste. -noté que tragó saliva a duras penas, mientras que el pequeño goteo se volvió una cascada de lágrimas imparables, con gritos mudos que no querían salir de su boca.- Por qué lloras ahora? Por qué no hacerlo cuando podías?

-No estás y ya. Te dispare y terminaste muerto, te enterré...

-No estabas ahí, no digas que lo hiciste.

-Si lo hice, metí en una caja todo lo que me habías dado, en tu funeral me aleje del resto para enterrar todo, mis recuerdos y los tuyos iban ahí, deje todo ahí. -se dió la vuelta dándome la espalda queriendo ignorar mi presencia ahí, pero podría hacerlo?

°°°

-Mikasa... ya basta, llevas dos meses ignorandome. -ella estaba en la cocina haciendo prácticamente nada, solo mirando el teléfono que yacía bocabajo en la mesa.

-No te ignoro...

-No me has dirigido una sola palabra... Y te das la vuelta cada que te hablo. Qué es eso? -golpee la mesa y ella solo me miró sin levantar la cabeza.

-Solo no te he hablado... debería ir por ellos ya...

-Mikasa... mírame -ella suspiro cerrando los ojos y me miró fría, era sórdida.- Llevo 4 meses vivo y dos de ellos has creído que no estoy, que sigo muerto. Qué tienes?

-Nada... tu estás muerto, no sé de dónde sacas que estás vivo... -ya harto del rechazo y de su frialdad me acerque a ella sujetando su mano para ponerla en mi pecho.- Qué haces?

-Qué sientes?

-Tu pe... qué es? Qué es eso? -me agarro de la camisa para escuchar mi corazón y al hacerlo me abrazo sin despegar su oído de mi pecho, sus lágrimas brotaron sin más mientras su incredulidad hacia que quisiera aferrarse a mi.- Late... y tus manos son calidas, eres cálido... tienes pulso, respiras... Estás vivo! ¡¡¡ESTÁS VIVO!!! -llorando como una bebé se aferró a mi, y lo único que yo pude hacer fue dar respuesta positiva a su abrazo. De improviso se aferró más a mi a grado tal que me encajo las uñas en la espalda nuevamente, aumentando sus gritos y lágrimas.

-Mikasa? -la agarre de los hombros para verla, pero la presión que ella ponía para no soltarme era demasiada, qué pasa en su cabeza?- Qué tienes? -no hubo respuesta, solo gritos.- Mikasa... mírame.- No quería forzarla a que me mirara, solo espere a que ella levantará la mirada a cuenta propia.

Aunque seas un presoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora