Capitulo XXIX: Te quiero soñar

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-Mikasa! -me encontraba en la cocina preparando la comida, esperaba ansiosa a qué Eren llegará y su voz a lo lejos me hizo sentir muy bien.

-Eren! -salí corriendo a abrazarlo pero él parecía frío y distante.- Pasa algo?

-Por qué lo hiciste? -ladee un poco la cabeza sin entender en realidad la pregunta.- Por qué te acostaste con Colt?!

-Qué? Cómo supiste eso? -me aleje un poco y él me siguió, hasta que topé con la pared.

-Por qué lo hiciste?! -golpeo la pared con demasiado enojo y me miró del mismo modo.

-No... yo no.

-POR QUÉ?! Creí en ti! CREÍ QUE NO VOLVERÍAS A HACERLO!

-Eren...

-POR QUÉ ME ENGAÑASTE?!

Me desperté sobresaltada viendo que estaba en el sillón de la sala con el televisor encendido. Me recosté otra vez mirando el techo con la mano en la frente.

No deberías saber nada de lo que pasó hace una semana. Espero que no sepas.

Escuché su voz proviniente de la puerta de la casa y alze la cabeza para verificar que fuese él. Sentí una alegría inmensurable en mi pecho al verlo simples existiendo, corrí hacia él a abrazarlo.

-He vuelto. -como me levanto un poco yo tome su cabeza e hice que recargara la misma en mi pecho, quería sentirlo cerca mío y lejos de cualquier otra mujer.

-Te amo... Eren Jeager.

°°°

-Señor...

-Qué quieres? -estaba realmente harto de este inútil y mi voz lo decía todo.

-Frieda Reiss esta aquí...

-Qué?! -sali rápido del lugar para confirmar sus palabras y efectivamente ella estaba ahí.- Floch vete de aquí, déjame hablar con ella.

El inútil obedeció la orden y se fue sin decir nada más.

Frieda parecía triste y bueno realmente lo estaba. Qué podría hacer yo por ella? No somos nada, ella solo está devastada y sola. Su hermana no la apoya en nada y su padre está literalmente loco. Tiene que hacerse cargo de sus hermanos menores, que cruel no.

Me habló de todo... me contó su tristeza, su agonía y sus deseos... carnales. Y eso por qué?

-Esta bien... si quieres que te deje sola... solo dilo y me iré. -me levanté del sofá sin dejar de mirarla, ella se levantó y me miró de una manera indecorosa.

-Es que ese es el problema... No quiero que lo hagas... -en tanto se acercaba más yo me iba haciendo hacia atrás hasta caer de nuevo en el sofá.- Mikasa no sabrá de esto...

-Yo no puedo hacerlo... Yo no haré esto Frieda... -me levanté para irme, y ella solo se quitó la blusa esperando a que volteara.

-No importa si gimes su nombre en lugar del mío... -se acercó a mí y me empezó a besar el cuello levantando mi camisa.- Hagámoslo... dale una cucharada de su propia medicina...

Aunque seas un presoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora