El día empezaba apenas, y todo parecía realmente bello, pero te has dado cuenta de todas la vueltas que da este mundo? Pues ni yo... Pero entre tantos giros ocurrió lo siguiente.
El sol que pegaba en mi ventana rebotó sobre el espejo, pegandome en la cara de una manera muy cruel para mis ojos, solo los abrí viendo que eran las diez, algo temprano para mí, para mamá muy tarde, alcé la mirada viendo la puerta de mi cuarto como si alguien fuese a entrar en cualquier instante, tenía el presentimiento de que algo malo pasaría ese día, pero era día del baile, no había padres yá que me dijeran que tenía que levantarme, abrumado me levanté de la cama y algo desganado fuí a la ventana para abrir las cortinas, en mi vida había ido a aquella ventana a mirar hacía a fuera, pero ante la ausencia de mamá, solo me quedaba mirar el mundo desde ese punto, los rayos del sol eran suaves de hecho, una mañana cálida y acogedora que a su misma vez me indicaba un mal presagio, omití malos pensamientos queriendo acabar con mi propio malestar y baje para desayunar, ni siquiera mi hermano estaba, me había abandonado tras matar a papá, aunque de hecho no me preocupaba su ausencia, me límite solo a lo que tenía que hacer y ya, tendría que recoger a Mikasa a las seis para irnos pero no quería ir a ese estúpido baile escolar, quería quedarme en casa y pensar en nada...
Dadas las tres de la tarde observé el televisor pensando nada en realidad, me quedé insensible mirando imágenes que no me transmitían un solo mensaje, hasta las noticias eran más entretenidas que otros programas que decían servir para eso.
—La vida tiene un ciclo, y dentro de ese ciclo hay mil errores, pero al final tenemos que infravalorarlos y seguir con nuestro camino, nada puede con el humano, sino la misma soberbia de este.— las palabras del conductor de aquel programa me hicieron pensar, que tan mal había llevado mi vida después de la caída de mamá, cada cosa me había salido mal desde entonces.
Pero que podía hacer un joven asesino?
Fatigado ante palabras vacías fuera de eso, apague el televisor y encendí la radio, un medio muy poco usado yá pero me sería suficiente escucharla con canciones aleatorias sonando en mi cabeza.
—Esta reflexión es extraña, “Merecen la muerte aquellos que fueron buenos tanto como aquellos que pecaron, porque la muerte otorga paz y sufrimiento, la muerte es la paradoja de todos y ninguno.” —aterrizando de golpe sobre el frío suelo de nuevo, la golpee esperando no haber escuchado eso.
Un lema raro y bien estructurado o carente de sentido, no lo sé pero muy cierto sí era. Creo que la gente buena merece el descanso eterno, y la gente mala merece la muerte, pero no me gustan esos términos.
—Buenos y malos... Cuál es la diferencia entre uno y otro? —las tenaces dudas de mi cabeza no me dejaron estar tranquilo en la soledad de mi casa.
Decidido e inseguro partí (después de arreglarme y darme una ducha) con el rumbo a la casa de la mujer que había estado queriendo durante tres años.
Un camino lóbrego e insensato para mí mente destruida, solo con las farolas casi por encenderse, quería correr y destruir todo alrededor mío para desatar la descomunal irá que atenaza mi corazón, la pregunta que me hice en el trayecto fue “contra qué peleo?” Sé que tengo que pelear, pero contra quién o qué?
Me pare frente a esa puerta negra con cuadros que hacían una escalera de cristales mirando mi reflejo en la mismos, apenas y había conseguido peinarme, qué tan mal presentado iba? Creo que ni tanto.
No me detuve a dudar más de mi mismo y golpe la puerta con los nudillos, siendo recibido por Levi quien me miró creyendo que estaba enfermo.
—Mocoso si te sientes mal no hubieras venido. —aunque ciertamente se preocupó por mi, a mi poco me importo y no reaccione ante sus palabras.
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Aunque seas un preso
FanfictionNovela inspirada en la película ¡Milagros inesperados! personajes pertenecientes a Hajime Isayama. Corría por un bosque oscuro, solamente iluminado con la luz de la luciérnagas, en donde solo se escuchaban perros ladrando y el aullido de los lobos...