Capitulo XXX: Te quiero contar

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–Jean alejate quieres...? –intente alejarlo dándole la espalda pero me agarro de la cintura queriendo besarme.

–No, no quiero... –le golpee los genitales y le dí un golpe en la cara antes de salir corriendo.

En mi huida presipitada me tope con aquel hermoso hombre que hacía que de repente sintiera un calor inmensurable.

–Eren... –mi manera estúpida e inexperta de hablar era, como el imán de su risa, porque sí... se rió.

–Mika-chan... –puse la cara sería y él solo sonrió.– Está bien... ya no te diré así... –se apartó para seguir su camino mientras yo temblaba queriendo hablarle.

–Eren... –volteo a verme de medio lado con las manos en los bolsillos enterrando sus ojos en mi ya sonrojado rostro.

–Mande...

–Yo...eh... nada! –salí corriendo del lugar sin decir nada realmente, sin decirle que me interesaba, huí ese día.
Siempre huí de él, siempre corrí de él...

–Mikasa! –escuche a alguien correr detrás de mi, reconociendo su voz al instante.

–Eren! –sonreí como idiota al ver que fue a seguirme. Al detenerme él corrió con más rapidez hacia a mi y me abrazo como si fuese un bello reencuentro entre ambos, ese día, yo hice lo mismo que él y corrí a abrazarlo...

–... Corrí por ti...

–Ambos lo hicimos... Tu hacia mi y yo hacia ti... Queríamos abrazarnos y ya. No había otra cosa de por medio... –las palabras dudosas de Eren me hicieron pensar que me mentía, pero no quería creerlo así, ya había dudado demasiado de él.

–Y ahora nos estamos alejando... Bésame quieres, y hagámoslo de nuevo... Quiero olvidar esa sensación de sentirme sucia... –olvide en un momento que hablaba con él y sentí que le podía contar todo.– Es difícil sabes? Tienes hijos, te comprometes, él sale por asuntos de trabajo, y tú... te estresas, te sobre-excitas, y terminas metiéndote con un cadete, y lo peor es que Eren JAMÁS salió de mi mente, todo el tiempo... lo único que escuchaba era como me decía que me quería mil veces... Ese balls... los dos solos existiendo bailando al compaz que la letra decía: y contigo más de mil veces la volvería a repetir... –esa última parte la cante un momento, hasta que sentí su mano en mi cabeza.

–Apesar de todo... –suspiro y beso mis manos tiernamente, beso mis brazos hasta llegar a la clavícula y subió hasta mi boca, dónde con pudor siguió su labor amable.– Puedes irte si necesitas pensar.

–Me iré después... hoy quiero estar aquí, contigo...

Sonrío amablemente y me besó de nuevo hasta comenzar a bajar, aparentemente recordando el porque estábamos en casa solos y tristes, pues comenzó morderme el cuello con más furia, sentí su lengua en mi mandíbula antes de sentir la insesante presión que ejercían sus dientes sobre ella, cerré mis ojos asumiendo el dolor que fue provocado por mi culpa, y deje que siguiera el paso agresivo que había comenzado.

El rencor a cada beso era más evidente y de besos paso a mordidas en mis senos provocando un dolor descomunal que seguro dejaría marca por un largo tiempo; me encajo las uñas en las manos casi de manera inconsciente al llegar a mi abdomen, solo sentía sus dientes queriendo casi arrancarme un pedazo de la piel, y su lengua aliviar un poco el dolor provocado. Mi camisa desgarrada junto con mi brasier le eran literalmente inútiles en ese caso y termino por terminar de romperlos inapropiadamente; no podía hacer prácticamente nada, él se quitó la camisa a cuenta propia y continuo su desenfrenado y desesperado beso agresivo-pasivo que presionaba mis labios de una manera cruel, mordió mis labios sin dejarle mucho paso al brote de sangre.

Aunque seas un presoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora