Capitulo XXXV: Días de lluvia.

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–Eren?! –mire en todas direcciones para verificar que no hubiese nadie e ir hacia él.

–Mikasa! –al instante en que dije su nombre él sonrió el mío, y corrió a abrazarme, dejando algo anonadada.– Siento no haber ido a verte...

–Idiota... –sentí su cuerpo tensarse más no soltarme a aflojar sus brazos.– A dónde habías ido? –correspondí sin más titubeos, no me dí el tiempo para eso.

–Lo siento, he estado corriendo todo el día. –note después de sus palabras que sus piernas empezaban a temblar.

–Eren... Te has detenido a descansar? –se separó de mi, más no me soltó de los hombros.

–Cinco minutos cada dos horas. –me enoje y lo golpee en la cabeza.– Y ahora por qué?!

–Por imbécil! Seguro ni siquiera has comido, tus piernas han estado temblando, estás pálido y sudado, no te cuidas! –sonrió de una manera algo estúpida para después desmayarse por la falta de energía y carbohidratos. Calló encima mío cuál costal de papas.– Mierda! Qué hago?

Mire un instante lo cansado que estaba, parecía muerto realmente. No lo llevaré al hospital, estoy segura que Zeke no piensa cubrirnos de nuevo, qué hago?

No tarde mucho en obtener una buena idea para transportarlo a casa.
Me quite la chaqueta y se la puse en la cabeza, pues la lluvia se hizo presente mas rápido que otra veces, lo cargue en la espalda y camine hacia el cuartel.

–Mikasa... –mascullia mi nombre por lo menos unas tres veces cada cinco minutos.– Lo siento... –movió sus manos un poco para abrazarme.

–Estas despierto? –no me respondió pero sentí su cabeza moverse de arriba a abajo lentamente, indicando un sí.– Me sorprendes, eres tan terco que ni la falta de energía te hace rendirte, te compartas como una máquina... Eso no me gusta, pero me agrada que pelees por lo que quieres, vives peleando contra el mundo, eres fantástico. –suspire para tomar el valor requerido sin parar de mirar al frente.– No estuvo bien, nada de lo que hice para contigo, siempre te hice daño y te apartaba de mis asuntos, ya no te pediré perdón Eren... Sé que debo darme cuenta antes, pero quiero que sepas que eres todo para mí. Yo siempre te llevaré en mi espalda cuando ya no puedas más, caminaré bajo la lluvia por ti, cruzaré el mar para volver contigo... Te lo prometo, un tercio de mi corazón es tuyo.

–Lo... Demás...? –aflojo sus brazos un poco por el cansancio.

–Tenemos dos hijos Eren... –sonreí un poco y baje la mirada.– Cuánto espacio más ocuparás en mi mente? Eres lo único en lo que pienso... Eres un pensamiento 24/7 en mi cabeza, soy como una esclava de un recuerdo sonriente.
Sabes...? Me gusta cuando te enojas tras ver que alguien intenta seducirme, por ejemplo aquel día en un día como este.

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Las gotas de lluvia empezaban a caer en el parque en que esperaba a Eren para encontrarnos antes de que fuera a Suiza, no había casi nadie ahí.

–Mikasa... Qué tal tu día?

–No son ustedes amigos de Eren? –se miraron entre los tres y sonrieron después.

–Sí, pero eso que tiene que ver? Berthold y Connie son una buena barrera tratándose de cosas así. –me agarro de la cintura para querer besarme, más lo aparte.

–Si te gusta Historia, por qué me acosas a mi? No deberías ir con Queen bee? –se río a carcajadas por el comentario sin soltarme.

–Ay... Mikasa se nota que no te has mirado al espejo en unos años... Mikasa, ya viste el culo tan grande que tienes? –me tocó lo glúteos acercandome más hacia él y quitarme la oportunidad de patearlo.– Y tu cintura... Tus senos... –iba recorriendo mi cuerpo conforme sus palabras sin dejarme escapatoria.– tu cuello... –me olió el cuello cuál depravado.– tus labios. –levantó la mirada para besarme, mientras yo me hacía hacia atrás queriendo que retirará su mano de mi cintura y la otra de mis glúteos.

Aunque seas un presoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora