Capitulo XXXVI: Luna de Azúcar

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Si el famoso canta-autor mexicano no se equivoca, aquella envidia que se respiraba era envidia de la buena.

-Y hasta que la muerte nos separe, será bendición, y también condena.

Así tras el anuncio oficial del juez y sacerdote los recién casados partieron a la que sería la fiesta nupcial. Nada muy elaborado, no querian llamar la atención de nadie, pero cómo no hacerlo si los dioses habían decidido contraer matrimonio?
Catalogados por sus respectivos aliados como los Dioses dé, esto por el simple hecho de llevar el mando de grandes cosas, un ejército de revolucionarios, y la líder de un ejército de soldados; ambos perfectamente capaces de guiarlos a la victoria.

"La luna y el sol, luz y obscuridad".

Es así como popularmente se les conocía para ocultar quienes eran en realidad, ella quien actuaba en la luz y él quien actuaba en obscuridad.
Al fin se consiguió unir el Ying y el Yang.

-Gral. Ackerman. -las sorpresas no eran del todo bien venidas en la celebración.

-Colt? Qué haces aquí? -ignoro todo a su alrededor para ponerle la atención requerida.

-Escuche de la union de dioses. Esto es algo que no esperaba sinceramente -rasco su nuca nervioso e incrédulo.- Por lo que pasó, usted sabe a qué me refiero.

-Ah... Lo lamento, si no te lo dije, pero yo...

-No hacen falta explicaciones, fue error mío, usted es mi superior. -con la misma pena con la que se presentó el primer día ante ella, fue que se marchó rumbo a la nada.

No debía faltar nada más en la celebración de tan bello acontecimiento. Solo mirar a su cónyuge disfrutar bailando con su hija, a Annie danzar al mismo son con su hijo, y un ambiente lleno de alegría, solo la melancolía amenazaba la felicidad de su alma; recuerdos crueles desastrosos. Su mejor amigo, y su mejor amiga estarían ahí? Disfrutando tanto como Nikolo y Annie?
Entre cada escondrijo sentía melancolía, pero por qué ocultarse de la felicidad que yacía frente a ella?

-Miky... Quieres bailar? -con una sonrisa le extendió la mano esperando positiva a su cuestión. Más ella cuestionó sus palabras.- Pasa algo?

-Hacía tanto que no me decías así. -acepto la solicitud antes entregada y se puso en pie.

-Cómo? "quieres bailar?" o "Miky?" -sonrió un poco burlón después de sostener la cintura de la agraciada dama.

-Es difícil buscarle un diminutivo a tu nombre, "Ereh" -le robó el gesto para hacerlo suyo y restregarselo en cara.

-De eso se trata? Eh? Mika-chan? -rieron olvidando la audiencia delante de ellos.

Aludieron cosas tristes, penosas y chistosas en una danza de media hora en la que sus pies iban en una perfecta sincronía, que eludía cualquier error que fue posible cometer. La danza que les daba vida y fuerza a su misma vez, con el afán de un ferviente creyente, aquella que solo se veía en la obscuridad como la luz que data de la nada.
Sus respiraciones se encontraban siempre al mismo tiempo y en el mismo lugar, pero no se hartaban de eso, ni los latidos ya agitados de sus corazones que querían volver a ser uno solo.
Bendito sea quien dió su vida que todo esto se consumase, agraciado aquel que sacrificó su propia cordura en aquella iglesia. Honremos a quienes han decidido luchar en compañía contra esta vida en compañía de otro!

El viento soplaba fuerte fuera del recinto ya desocupado, mientras sus dedos enlazados pedían jamás separarse. Mirando al último invitado partir recordaron sórdidas experiencias fugaces y duraderas, como las olas del mar que van y vienen cada día a la costa. Se desconocieron sus manos entonces y dejaron su amor de lado para separarse repentinamente, creando la atmósfera con una densa y espesa niebla de tensión; momento en que de preguntaron tarde y al mismo tiempo temprano, mirándose a los ojos.

Aunque seas un presoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora