VERGUENZA INTERGALACTICA

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Al entrar a casa todo estaba silencioso... eso me hacía sentir pena, extrañaba a ese idiota. Con un gran suspiró tiré la mochila al suelo y me dirigí a la alacena. No me apetecía cocinar así que cogería unas cuantas tortas de maíz y echaría una siesta reparadora. Al abrir la alacena me llamó la atención un papel pegado a mis deliciosas tortas, fruncí el ceño y lo agarré, mirándolo con ojos entrecerrados, en la nota se podía leer:

¡Ni lo pienses, pequeña perezosa! ¿Volviste a creer que me olvidaría de ti? En el congelador tienes tu almuerzo, sólo necesitas calentarlo, te amo. -Ryan.

Mi rostro se frunció ligeramente y miré a mi al rededor... ¿acaso él tenía cámaras? Me golpeé la frente con la mano. De verdad soy estupida... esto lo escribió antes de irse. Una sonrisa apareció en mis labios, este pequeño idiota me tenia cautivada. Su mate tenía mucha suerte, definitivamente cualquier chica se volvería loca por un hombre así. Giré la nota y me sorprendí al ver que había más escrito:

Oh cariño... hubiese pagado por ver tu cara de confusión. Y podría jurar que hasta comprobaste si había cámaras, para luego caer en la cuenta que eso lo dejé antes de irme, eres tan adorablemente ingenua. Te ama tu hermanito♡.

Alcé una ceja un poco molesta por que me conociera tanto para luego negar con la cabeza y reír sola, como las locas. Calenté mi comida, un delicioso arroz frito con ternera y salsa de curri, ¿enserio estaría tan mal que me casara con Ryan? Reí ante mi estupido pensamiento, pero en verdad amaba su cocina, podría pasar el resto de mi vida comiendola.

Al terminar de comer, me dirigí a mi habitación a ponerme algo cómodo, algo me decía que debía ir descansada a esa fiesta. Me di una ducha y busqué en mi closet algo más apropiado para dormir. Me puse esto:

Era cómodo y bonito además, perfecto para mi siesta reparadora

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Era cómodo y bonito además, perfecto para mi siesta reparadora. Después de unos minutos dando vueltas mi móvil vibró, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Lo tomé entre mis manos temblorosas, suspiré profundamente y me preparé para enfrentarme a los mensajes de aquel desconocido. Para mí sorpresa no solo había mensajes de él, así que comencé a leer.

Desconocido.
¿Disculpa? ¡no soy ni un psicópata ni un acosador! Estas loca...

Desconocido.
No me ignores, responde a mi pregunta.

Desconocido.
Maldita sea, ¡dime quién eres!

Desconocido.
Hoy te ves bonita con ese vestido a rayas.

Desconocido.
Disculpa si te asusté... a veces soy un poco idiota...

Te tocará llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora