Te tocará llorar.

Tienes que irte.

Narra Logan.

Un insistente rayo de sol, que se dedicaba a fastidiarme traspasando las espesas nubes me despertó dándome directamente en la cara. Me removí incómodo por un momento, tratando desesperadamente de cubrirme con las sábanas.

Entonces fui consciente de algo, Khalessy no estaba. Salté de la cama e inspeccioné la habitación con la mirada, pero ni rastro de ella por ninguna parte.
Me levanté de golpe, buscando mi ropa apresuradamente.

Estaba a los pies de mi cama, la cogí y me vestí con prisa, mientras caminaba hacia la puerta.
Ya tenía puestos los pantalones y los zapatos, abrí la puerta mientras metía la cabeza por la camisa y el brazo izquierdo en la misma.

En el pasillo frente a mi puerta, una cabellera rubia dio un pequeño saltito y digo una cabellera rubia porque era lo que la camisa me permitía ver.
Me la terminé poner rápidamente y entonces ví esa carita malvada bajo la mata de pelo.

Era la chica esa que estaba con West. Su mirada era depredadora, aún con la vista clavada en mi abdomen a pesar de ya estar vestido. Una sonrisa ladina adornaba sus labios pintados con carmín rojo. Paseó su vista por todo mi cuerpo, para acabar posando sus ojos en los míos y sonreír con dulzura.

-Nos volvemos a ver.- comentó ensanchando su sonrisa y jugueteando con un mechón de su pelo.

-¿Has visto a Khalessy?- pregunté dando un pequeño paso atrás.

-¿Khalessy?- preguntó ladeando su cabeza.- Ah, si, esa chica...- susurró notablemente disgustada.- No, la verdad es que acabo de despertar, iba a desayunar ¿vienes?- siguió sonriendo mientras batía sus pestañas.

-No, debo encontrarla.- afirmé tajante, encaminandome hacia las escaleras.

-Pero tal vez ella ya está ahí.- agarró mi codo suavemente. Me solté.

-Puedo ir solo a comprobarlo.- traté de sonreír, pero estoy bastante seguro de que me salió una mueca.

-Como sea.- pareció perder interés en mi y bajó las escaleras a paso rápido.

Yo hice lo mismo, me apresuré a ver si Khalessy ya estaba desayunando.
Y nada más llegar a la estancia la vi sentada a la mesa, con una tostada en la mano y removiendo su café. Eso fue extraño, a ella no le gustaba especialmente el café.

Me estiré perfectamente, entrando a paso seguro a la cocina, disimulando mi cara de preocupación.
En cuanto ella me vió una gran sonrisa estiraba su cara.
Tiró la tostada al plato y se levantó de golpe. Caminé hasta ella y deposité un beso en tu frente, abrazandola un poco contra mi.

-Buenos días, cariño.- la solté y me senté a su lado, observando a sus acompañantes.- ¿Has descansado bien?- le sonreí y acaricié su mano.