Perfecta.

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Y su silencio me confirmó que mis palabras eran correctas. Jamás estaría a salvo. Solo me quedaba formar una alianza, volverme más fuerte y pelear con uñas y dientes. O mejor dicho, con garras y colmillos.

Quería éxito y éxito iba a tener.

Salimos de la cabaña en silencio, asegurando la puerta por fuera atrancandola con un trozo de madera.
Entonces Ryan me miró con tristeza, en sus ojos pude ver un vacío amargo y no pude evitar abrazarlo con fuerza.

-¿Sabes? En un inicio lo creí.- le miré confundida.- en Shannon... ya sabes, en que era mi mate.- pasó una mano por su cabello.- fui un idiota. En verdad estaba tan feliz... hasta ese día que la visité en su manada.- negó con la cabeza.

-¿Como lo supiste?- pregunté curiosa, sin apartarme de sus brazos.

-Su actitud.- afirmó convencido.- cuando estaba conmigo siempre tenía ese tono meloso y esa actitud tan sumisa que en verdad no me gustaba.- rió sin ganas.- entonces un día, cuando me enteré de lo que sucedía contigo corrí a buscarla para avisarle que tenía que ir a salvarte. Ella estaba con otra chica, su tono era duro y frío. No quedaba ni una mínima parte de lo que fingía ser, entonces supe que algo pasaba con ella y comencé a vigilarla.- me dio un beso en la cabeza.- el resto es historia.- con una mano en mi espalda me encaminó de regreso a la casa.

Caminamos hasta la puerta y ahí paramos, nos miramos y suspiramos con cansancio.
Estaba a punto de hablar, antes de que él interviniera.

-¿Tienes hambre? Debes tener hambre.- afirmó convencido.

-¡Lo había olvidado! Por eso bajé.- reí por lo bajo.

-Vamos, la comida está casi lista.- atravesó la puerta seguido por mi.

Estuve a punto de seguirle sin más hasta la cocina, pero en un tonto impulso me giré y puse los cerrojos de la entrada.
Creo que tanto drama me estaba volviendo un poquito paranoica.

Fui hasta la cocina y ahí estaba Ryan, dándome la espalda, moviendo algo dentro de una olla que a decir verdad olía DELICIOSO.
Me puse a su lado para echar un vistazo.

Dentro había carne con especias, muchas especias y una salsa de aspecto delicioso. Mi hermano era el mejor en esto, cocinaba increíblemente bien y siempre sabía que especias iban bien con que.
Mi estómago rugió en protesta, lo que llamó su atención.

-Intenta contenerte y no arrancarme un brazo a mordiscos, hermanita

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-Intenta contenerte y no arrancarme un brazo a mordiscos, hermanita.- bromeó burlón, apartando la olla del fuego.

-Idiota.- susurré y le di un pequeño golpe en el brazo, eso lo hizo reír.

Sirvió dos platos bien llenos y los dejó en la mesa mientras yo cogía los cubiertos, los vasos, la bebida, el pan y las servilletas y lo coloqué todo bien ordenado.
Ryan quedó unos segundos sentado, con los ojos clavado en el plato. Pero su mente parecía estar muy lejos, a decir verdad.

Te tocará llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora