Su lugar especial.

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Narra Khalessy.

Llevaba como 15 min en el umbral entre estar dormida y despierta ¿la razón? Cada dos o tres minutos escucho maldecir a alguien fuera de mi habitación. No estoy lo suficientemente consciente así que no tengo ni idea de quien es, pero estoy tranquila porque la voz se me hace muy familiar.

De pronto, un fuerte golpe y una maldición en voz alta me hace saltar de la cama. Miro a todas partes tratando de orientarme.
Veo una bata de seda blanca y me apresuro a cubrirme con ella.
Después me acerco a la puerta y pego el oído a ella.

-Esto es un jodido desastre.- distingo claramente la voz de West al otro lado.

Abro la puerta silenciosamente y asomo la cabeza. Desde donde estoy no logro ver nada, así que me encamino hacia el salón, creo que de ahí provenían los ruidos.
Me deslizo hasta el sigilosamente y asomo la cabeza por la puerta.

Puedo ver claramente a West, está de espaldas con las manos en la cabeza. Paseo mi vista desde sus hombros algo anchos y definidos, por sus bíceps marcados, su gran espalda y por un segundo mis ojos me traicionan posándose en sus nalgas.
Cierro los ojos rápidamente y respiro hondo.

Al volver a abrirlos, West está a pocos centímetros de mi rostro, mirándome curioso con una sonrisa ladina en el rostro. Sus ojos me escanean como si buscara una grieta en lo más profundo de mi para poder escarbar.

-Deberías estar en la cama.- pronuncia con lentitud, sin separar su rostro del mío. Por unos segundos las palabras se traban en mi garganta.

-Eso trataba de hacer.- mi voz falla y carraspeo incomoda, tomando un poco de distancia.- pero un ruido y tus maldiciones me sobresaltaron.- West ensancha su sonrisa y avanza el paso que yo había retrocedido.

-Oh... ¿te asusté, princesa?- enrolla un dedo en un mechón de mi pelo.- disculpame, no fue mi intención.- su voz baja y grave me hace estremecer.

-Hablando de eso... ¿qué pasó?- trato de asomarme al salón sobre su hombro, pero se interpone.

-No tiene importancia, ve a la cama, aún ni siquiera amaneció.- parecía un poco nervioso, lo que me causa curiosidad. Así que decidí jugar un poco con él. 

-¿En serio? Wow, si me vendría bien descansar algo más.- trato de sonar convincente, suavizando mi rostro.

-Si. Además, en unas horas vendrá el alpha a decidir que hacer con esos dos.- hace una mueca de desagrado y sacude la cabeza.- mejor descansa, le conozco lo suficiente para saber que será agotador.- de pronto parece molesto y me da la espalda, pero lo ignoro.

-Bien... buenas noches.- le saludo con la mano antes de voltearme y dar algunos pasos en dirección contraria.

-Descansa, princesa.- también le escucho voltear e irse.

Espero unos pocos segundos y me vuelvo a girar. Escondo mi olor y me acerco en completo silencio. Escucho a West murmurar, pero no logro entender que dice. Al asomarme puedo ver todo con claridad. El golpe parecía haberlo causado un bote de pintura que estaba volcado en el suelo.

Lo cierto es que si que era un completo desastre. Estaba bastante segura de que llevaría un largo tiempo limpiar todo eso. Junto al cubo derramado había otros botes, de distintos tamaños, colores y formas y en el centro de la habitación había un gran lienzo ¿acaso él dibujaba?

Te tocará llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora