La aldea.

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La mansión era escandalosamente lujosa. En serio. Era jodidamente estupido que apenas 5 personas vivieran ahí cuando estaba claro que esa casa podría albergar a una treintena de personas.
Me resultó exagerado e innecesario, pero era obvio que no lo podía decir. Así que seguí caminando junto a West en silencio.

A medida que nos acercábamos a la puerta su postura se volvió más rígida e imponente.
Todo él emanaba masculinidad en ese momento.
Su espalda perfectamente recta, sus hombros extendidos... y esa camiseta apretada hacían volar mi imaginación.

Sacudí mi cabeza tratando de salir de ese estado de aturdimiento y aceleré el paso, colocandome a su lado. West me miró por un segundo y pude notar como sus facciones se habían endurecido y su mirada emanaba una extraña energía, que en ese corto lapso de tiempo no pude descifrar.

Abrió la puerta de un golpe seco, como si quisiera anunciar su llegada y se volvió en mi dirección.

-Ya has tenido bastante aventura por hoy.- dictaminó cruzándose de brazos.- ahora ve a dormir.- parecía realmente enfadado, a pesar de que yo no había hecho nada malo.- ve a la habitación que te asignó Jake.- finalizó encaminandose a las escaleras, sin darme elección a réplica.

No fue hasta entonces que caí en la cuenta. Cuando Jake me trajo yo estaba prácticamente dormida y al salir tampoco había prestado atención al camino.
Así que... supongo que estaba un poco perdida.

Traté de encontrar mi habitación. Puedo jurar que lo hice.
Pero esa casa era un maldito laberinto.

En mi búsqueda había dado con cinco cuartos de baño, doce habitaciones totalmente distintas a la que recordaba anteriormente, una gran cocina, dos patios, una sala de cine y una gran biblioteca y un par de puertas cerradas con llave.

Esa casa era jodidamente increíble.

Después de media hora y muchas, pero muchas más estancias llegué al final de mi recorrido, quedaban 3 habitaciones por revisar. Caminé lentamente hacia ellas.
Tomé la primera manija de una puerta con la esperanza latiendo fuerte en mi, ya daba por perdido encontrar algo en este lugar.

La abrí y un poco y asomé la cabeza dentro.
Otro cuarto de baño. No pude evitar resoplar y pasar los dedos por mi cabello en una señal de frustración.
Volví a cerrar la puerta lentamente y caminé hasta la habitación que quedaba en frente.
Puse mi mano en la manija para abrir, pero el sonido de voces que provenían de la habitación me detuvo.

Afiné mi oído para cotillear.

-Sabes que no me gusta que esté aquí.- decía West muy molesto.

-Ese no es mi problema, él es mi amigo.- replicaba Jake en un sonoro suspiro.

-Esta también es mi casa.- insistía West.

-Tambien es la mía.- se resistía Jake.

-Ya dejen de hablar como si yo no estuviera aquí.- habló alguien más cuya voz se me hacía familiar.

-¡Tú no te metas!- exclamaron los hermanos a la vez.

-Tan típico de ustedes.- rió la tercera voz.- igual ya me iba, pueden dejar de pelear.- se escucharon algunos ruidos al otro lado.

Unos segundos de silencio, y a continuación pasos. En ese instante casi entro en pánico, pero logré mantener el control y fui hasta la tercera habitación rezando porque fuese la mía y me encerré en ella sin comprobarlo, cerré la puerta silenciosamente y contuve la respiración cuando escuché cómo la puerta se abrió.

Te tocará llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora