A la mañana siguiente me levanté con la luz del sol. Me había costado dormirme aquella noche, teniendo en cuenta lo cansada que estaba; el colchón no era de la mejor calidad, y tuve que poner un cojín sobre la almohada para no tener el cuello doblado por la mitad toda la mañana.Una de las criadas, llamada Lucille, vino a mi habitación como una hora después de haberme despertado yo. Me ayudó a alistarme, como hizo la pasada noche. De nuevo, se quejó porque mi pelo era demasiado corto como para hacer los peinados que acostumbraban a llevar las aristócratas de este tiempo.
—En España se lleva así —dije con tono amable, porque sentía que se estaba ofuscando bastante. Sonrió, pero no me contestó.
Lo cierto es que el resultado final me agradaba bastante; se había resentido y había acabado recogiendo el pelo en un moño detrás de la nuca, dejando algunos de mis rizos naturales sueltos frente a mi cara. Era simple, y podría haberlo hecho yo misma, pero no con la sujeción que ella había aportado; podría pegar todos los brincos que me diera la gana, y no se saldría ni un solo mechón del moño.
Le agradecí su trabajo, y me enfundó dentro del mismo vestido que llevaba anoche. Me preguntó por mi equipaje.
Yo le dije que unos bandidos me habían asaltado por el camino, dejándome con lo puesto. Ella pareció apenarse y se disculpó por meterse en mis asuntos.—No te preocupes. Yo también me preguntaría dónde están las cosas de la chica que acaba de llegar.
Monsieur Gilliard insistió en que saliéramos a pasear antes del desayuno, para mi desgracia, porque me moría de hambre. Paseamos un rato por los jardines de Luxemburgo, dónde apenas había nadie. Le pregunté la hora; apenas eran las siete y media.
—He estado pensando en la historia que te vamos a atribuir —íbamos caminando despacio —bien, si eres española nos aferraremos a eso por una parte.
—De acuerdo.
—Esto es lo que he pensado: tu madre era mi hermana, y se casó con un irlandés, James Boleyn. Junto a él se fue a vivir a España, porque era comerciante de aceite. Entonces te tuvieron a ti. Murieron ambos hace poco de escarlatina, y al ser yo tu único pariente vivo, has venido a vivir bajo mi tutela. Sencilla y creíble.
—Las mentiras contra menos enrevesadas, mejor. —coincidí. —la criada ha preguntado por mi equipaje esta mañana, le he dicho que me han asaltado unos bandidos. —monsieur Gilliard asintió, contentado por mi mentira.
—A partir de ahora para ti no soy monsieur Gilliard, sino el tío Jacques, ¿correcto?
—¿Y cuál es su historia si puede saberse? Porque para no ser de este tiempo, tiene una cantidad de dinero increíble; es difícil ascender tan rápido.
—¿Rápido? ¡He tardado treinta años ni más ni menos! —dijo con gracia —Lo cierto es que en 1947 era profesor de Matemáticas, y eso me ha servido hasta ahora. Empecé siendo tutor de chicos que heredarían grandes fortunas; siempre requería ser interno, por supuesto. Me iban recomendando a otras familias, y al final acabé con un puesto en la universidad de París. Y hasta hoy.
—¿Eso es todo? ¿Tanto dinero da la universidad?
—Bueno, también tengo un negocio a parte. —hizo un gesto para que juntara mi cabeza más cerca de la suya, para poder hablar más bajo —una boutique para damas y caballeros aristócratas. Va sobre ruedas, ¿sabes? Pero no es mío en su totalidad; lo comparto con Michael.
—Eso es fantástico, ¿paga bien a la gente?
—Lo mejor que podemos. Son tiempos difíciles.
Por aquella época gobernaba otro rey en Francia, Luis Felipe de Orleans. La gente se moría de hambre, y los pobres eran más pobres que nunca. Ese era el motivo por el cual los grupos pequeños de revolucionarios se empezaban a formar. Aunque por desgracia, muchos eran disueltos y en 1832, con las barricadas de junio, murieron un buen número de estudiantes republicanos.
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MADEMOISELLE ELIZABETH || Les Miserables
FanfictionEn un viaje a París, Elizabeth cruza una puerta que la llevará al pasado, en tiempos de revueltas y alzamientos contra el rey. Pondrá en uso sus conocimientos sobre el pasado que ahora es su presente, y el futuro que ahora era su pasado. También con...