27. Casado

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Nadie pareció notar la llegada de Combeferre al parecer, excepto yo. Todos estaban muy ocupados berreando y riéndose de cosas que seguramente no tenían mucha gracia. El ambiente era agradable, todo sea dicho. Estaba sentado hablando con Courfeyrac y Jehan. Últimamente, Courfeyrac tenía una actitud algo ausente, como si algo le preocupara. Él y Combeferre cuchicheaban muy a menudo, sin yo enterarme sobre qué, y me molestaba un poco, ¿por qué no me contaban a mí sus cosas? Intentaba no preocuparme por eso, pero empezaba a ser molesto.

Llamé a Ferre con la mano para que se sentara con nosotros, y se acercó.

-¿Por qué has tardado tanto?- le pregunté. Tenía una expresión de pesadez.

-Eh, he ido a hablar con Monsieur Bennet.

-¿Acaso te ha dicho algo malo? Tienes mala cara.

-No, no- se quitó las gafas y empezó a limpiarlas. Solía hacer eso cuando evitaba mirar a alguien a los ojos en una conversación.- es que estoy algo cansado, ya sabes, lo usual.

No dije nada más y lo dejé pasar, pero me quedé pendiente de él. Miraba alrededor de la estancia como si buscara algo, con ojos rápidos pero atentos. A mí Combeferre no me engañaba, le pasaba algo. Miré a Courfeyrac, a ver si también había notado lo extraño, y se encogió de hombros cuando su mirada se encontró con la mía.

-¡Combeferre!- Bahorel se acercó y le dio una sonora palmada en el hombro- ¿cuándo vamos a conocer a tu amada?

-Pronto, espero. Ahora hay cosas más importantes que nos conciernen, ¿verdad?- asentí en su dirección.

-Ay, como me gustaría a mi estar enamorado.- soltó Jehan.

-El amor solo trae cosas malas.- comentó Bossuet- el rechazo te deja muerto por dentro. Pero me alegro por ti, Ferre. ¿Nadie más tiene un amorcito? A parte de ti, Bahorel.

-¿Acaso cuenta si la compartes?- todos soltaron una carcajada a mi comentario. Él y Joly se traían una relación extraña con la misma mujer, Musichetta creo recordar que era el nombre. Joly la conoció primero, y después se la presentó a Bahorel. Desde entonces, al parecer, la señorita no sabe por cual decidirse,

-Ja, ja.- Bahorel cogió una silla y se sentó también- ¿Y tú qué?

-¿Yo qué de qué?

-¿Tú no tienes a nadie? ¿Ninguna señorita que aborde tus pensamientos?

-No.

-No te creo.

-Pues no lo hagas.

-¡Venga! Yo creo que sí. Cierta dama que conocemos todos muy bien parece atraer tu atención muchas veces.- por dentro el corazón me saltó. ¿Acaso lo habían notado? Es imposible, siempre lo llevamos con mucha discreción, sobre todo por mi parte.

-Lo que sea que insinúes, mejor déjalo.

-Se te van los ojos a veces...- comentó Jehan. Lo miré inquisitivo.

-¿Cómo dices?

-¡Ajá! Yo sabía que no era el único que se había fijado.- Combeferre, Courfeyrac y Joly, que acababa de unirse, parecían disfrutar de la escena.- Joly y yo tenemos un juego; cada vez que alguno de los dos mira al otro de la nada, bebemos.

-Me trae sin cuidado lo que penséis o lo que creáis ver. No tengo sentimiento alguno por Elizabeth, y me da igual si acaso ella siente algo porque no es correspondido. Sabéis que a mi solo me importa una cosa. Punto.- mientras lo decía, miraba una hoja de papel haciéndome el desinteresado, pues no era capaz de decir aquello mirando a alguien a los ojos, sería fácil notar la mentira. Decirlo, de hecho, había sido desagradable para mí, pero no me gustaría que descubrieran la verdad. Alguien me dio una patada por debajo de la mesa, y cuando levanté la vista para quejarme, Courfeyrac señaló con los ojos a la puerta. Allí, de pie, estaba Lizzie, con el ceño ligeramente fruncido y los labios apretados. Su mirada dejó huella en mi, pues notaba en sus ojos tristeza. Se fue por donde vino, pero yo no me moví.

MADEMOISELLE ELIZABETH || Les Miserables Donde viven las historias. Descúbrelo ahora