15. Monsieur et Madame

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Me levantaron muy temprano por la mañana; el sol apenas estaba empezando a salir

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Me levantaron muy temprano por la mañana; el sol apenas estaba empezando a salir. Me sacaron de la cama mientras yo murmuraba quejas y algún que otro insulto en mi idioma, por no poder permanecer en esa calentita cama. Me prepararon un baño caliente, y me dejaron para que me lavara. Me eché agua en la cara para espabilarme, y me quedé sentada en la bañera mirando a un punto fijo de la habitación, mientras me replanteaba toda mi vida. Unos minutos más tarde, aunque no sé exactamente cuánto, volvieron y me sacaron de la bañera para empezar a alistarme de verdad. Las que me habían lanzado a la bañera eran sirvientas, pero ahora mi habitación estaba llena de todas las mujeres de la casa.

La boda sería a las diez y media de la mañana, y mientras que Enjolras probablemente seguía con la cabeza pegada a la almohada, yo tenía que aguantar el jaleo de todas las mujeres berreando en mi habitación, dando órdenes de como hacer esto o aquello, y todas con sus manos sobre mí. Me dejé hacer, total, ¿qué otra opción tenía? Me maquillaron y me enfundaron en el vestido de novia, para después peinarme.

—A ver algo nuevo, los pendientes; algo prestado el velo de mi madre.— enumeró Catherine mientras que yo hacía muecas por los tirones de pelo que me estaban dando.— ¿Lo azul?

—¡Aquí!— trajo Madame Bennet una pulsera y me la puso en la muñeca.

—Bien, ¿y lo viejo?

—Pues— aguantaba las lágrimas; hacía mucho desde que alguien me peinaba y me hacía tanto daño que me daban ganas de llorar— ¿podéis parar un momento? Me vais a arrancar la cabeza de tanto tirar. Siempre lo llevo puesto— tiré de la cadena de oro que tenía al cuello, para mostrar el collar.— pero era de mi madre— Era cierto; mi madre me regaló una cadena de oro con una pequeña cruz con pequeñísimos cristalitos en ella cuando tenía dieciséis años. Antes había sido suya, y antes, de mi abuela. Para mí tenía mucho valor sentimental, y era lo único que tenía de ella. Ay mi madre, si me viera ahora le daría un ataque.— le hubiera gustado que la llevara hoy.— alejé los pensamientos de mis seres queridos de mí, para no sentirme culpable y nostálgica. Catherine asintió.

—Por supuesto.

Después de un buen rato, por fin dieron por finalizada su tarea. Me dejaron mirarme en el espejo. Habían hecho un buen trabajo; había pedido que no se pasaran con el maquillaje, que yo era muy sencilla para ello, y parece que hicieron el esfuerzo por complacerme; el peinado estaba también muy bonito, era un recogido hacia arriba típico de la época, con mechones sueltos al frente. Un detalle muy bonito que había añadido no otra que Louise, lo que me sorprendió, ya que no creía que podría tener un gesto amable para con los demás, fue ponerme florecillas secas blancas en algunas partes del recogido. Me dijo que parecía una princesa, y que estaba muy guapa.

Mirarme con un vestido de novia era algo fantasmal. El vestido,'por muy bonito que fuera, a mi me parecía una especie de camisa de fuerza de la que no podía escapar. Me puse algo emocional de la impresión que me dio el verme así, cuando me hice plenamente consciente de lo que estaba pasando. Por suerte, todas pensaron que era de la emoción. Pedí que me dejaran sola un momento, y después de colocarme el velo, se fueron.

MADEMOISELLE ELIZABETH || Les Miserables Donde viven las historias. Descúbrelo ahora