El reino de Arendelle fue construido sobre Arenfjord, un cuerpo de agua que se encuentra en el norte de Oxley y comienza en la región de Altus. Era el centro de comercio con otras regiones y seguía siéndolo. En pleno siglo XXI, Arendelle aún mantenía la arquitectura antigua en algunos lugares como también se había modernizado. El enorme castillo siempre a la vista de todos, con sus puertas abiertas a todo público para pequeñas excursiones escolares y guías turísticas para aquellos que venían de lejos. La corona seguía sobre la cabeza de Agnarr, quien seguía preparando a su primer y única hija, Anna, para entregársela apenas esta cumpliera sus veintiuno.
Pero por ahora, la historia se enfocará en la chica ordinaria que vive cerca del centro de Arendelle, que tiene un hermano mayor por meses y que estaba aún en la cama. Tímida con quienes no conocía y un amor de persona, alegre y divertida con su circulo cercano.
Apenas el reloj marcó las ocho treinta, la alarma comenzó a sonar y un gruñido escapó de sus labios. Tanteando toda la mesa de luz a su lado para apagar aquel irritante sonido que, al hacerlo, ella pudo sonreír y enrollarse entre las sabanas para seguir durmiendo. Quizás fueron cinco minutos en los que pudo disfrutar de un magnifico sueño donde ella cabalgaba sobre un caballo de agua y... y...
– ¡Elsa, si no te levantas ahora mismo, juro que te asesinaré!
Otra vez gruñó al escuchar el grito de su hermano, Kristoff, al otro lado de la puerta. ¿Qué tanto le interesaba llegar temprano a la escuela? De los dos, ella era la de mejor promedio y él apenas alcanzaba la B+ en sus exámenes. El insistente golpeteo de la puerta la obligó a levantarse, a regañadientes quitó las sabanas y se colocó sus pantuflas de muñeco de nieve. Paso ambas manos por su rostro y cabello antes de quitarse el rastro de saliva que salía de su boca, se estiró un poco y, por fin, se alejó de su cama para abrirle la puerta a su hermano mayor. Ahí estaba Kristoff, con su expresión molesta que lo hacia ver más rojo que siempre. Llevaba puesto el uniforme, el cual consistía en una camisa blanca con un suéter de color verde con una franja violeta y el escudo de la escuela en color amarillo, pantalón gris para los chicos y una falda del mismo color para las chicas. Zapatos de vestir negros con calcetines negros con dos franjas bordo. Una extraña, pero divertida combinación de colores.
– ¿Qué pasa? – preguntó Elsa, tratando de mantener sus ojos abiertos y sus sentidos alerta por si su hermano decidía hacerle algo. Como siempre, escuchó a Kristoff balbucearle entre dientes algo que no entendió.– Kristoff, no hablo idioma reno, ¿Me lo traduces?
Kristoff suspiro, tomando a la albina del brazo y sacándola de su habitación, escuchando las quejas de Elsa. Por poco, la adolescente cae por las escaleras y todo gracias a una camiseta tirada en el suelo. Se quejó por lo bajo, sabiendo que su hermano no la soltaría hasta llegar al destino que fue la cocina. Ahi, Bulda, su madre, preparaba el desayuno mientras que Cliff, su padre, leía el periódico.
– Dale un poco de yogurt y fruta.– habló Kristoff tomando su taza de café.– Estamos llegando tarde por tu culpa, Elsa. ¡Tu culpa!
Elsa sólo se arrastró hasta su silla, donde su madre colocó un plato de hotcakes con nutella. Sonrió, tomando el tenedor para degustarlos, pero su hermano le dio un golpe que la hizo dejar caer el cubierto y mirarlo con total molestia. Si no comía, estaría de mal humor todo el día y nadie quería verla de esa forma. Porque Elsa Miller no tenía un gran humor si tenía hambre o sueño.
– Kristoff... – suspiro.– O me dejas comer o juro que te enterrare en el patio, ¿Quedo claro? – concluyó la albina, tomando los cubiertos para poder llevar un trozo de hotcake a la boca y degustarlo como había deseado hacer desde el momento en que estuvieron delante de ella. Mastico con calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo, hasta que vio como su hermano movía su pie.– ¿Por que tan apurado por llegar? La emocionada en ir a la escuela soy yo, no tú... ¡Oh no! ¿Morí y desperté en alguna clase de mundo paralelo?
Bulda, Cliff y Kristoff la miraron unos segundos, procesando aquellas extrañas, pero divertidas, palabras por parte de la hija menor. Aquellas que los hicieron reírse de forma histérica y que causaron que Kristoff debiera acomodar el cuello de su camisa mientras controlaba las risas.
– No, Els. Te estoy apurando porque hoy tendremos la excursión al castillo, ¿Lo olvidas? Visitaremos el castillo de Arendelle, conoceremos su historia y...
– Bla, bla, bla. – interrumpió Elsa, llevándose otro hotcake a la boca. Debió tomar un poco del exprimido de naranja para pasar aquella masa que tenía.– Kristoff, hablas igual que Barley Lightfoot... te juntas mucho con él.
– También con Ryder, no lo olvidemos.– agregó Clifff con su vista en el periódico.
– Si, bueno, ellos son buenos y comparten mis mismos gustos por la magia y los caballeros que hacían cruzadas.– se defendió el rubio, untando un poco de mantequilla de maní sobre su tostada.– Y aún no han visto el juego que tiene Barley, es fantástico... ¿Ya terminaste? Debes cambiarte.
Elsa puso los ojos en blanco, levantándose tras meter el último hotcake a su boca y beberse el resto del exprimido. Pareciendo una ardilla con sus mejillas infladas, salió de la cocina para ir a su habitación y, así, comenzar una rápida rutina. Se quitó el pijama mientras cepillaba sus dientes, doblando la ropa sobre su cama, que logró hacer de forma decente y concluyó con el uniforme puesto en perfectas condiciones y el típico peinado de trenza francesa que se hacía, dejándola reposar en su hombro izquierdo y peinando su flequillo hacia atrás. Apenas se puso algo de base y corrector para evitar ser cuestionada por las ojeras, algo de labial y tomó su bolso.
– ¡Elsa, apresúrate!
Gritaba Kristoff desde abajo, siendo acompañado por el claxon del auto. Suspiro, tras poner los ojos en blanco, y bajo despidiéndose de su madre. Cliff siempre los llevaba y siempre debía pasar por Barley e Ian Lightfoot, sus vecinos y amigos. Elsa siempre iba en el asiento del copiloto porque ni ella ni su padre querían que estuviera entre medio de dos chicos. Se abrazó a sí misma, dándoles una pequeña sonrisa a los hermanos Lightfoot que entraban entre risas y empujones.
– ¿Listos para la excursión? – Preguntó Kristoff con una sonrisa.– Anoche me la pase leyendo e investigando sobre los reyes y su hija.
Kristoff busco algo en su mochila, un pequeño y desgastado cuaderno recubierto de cuero. Aquel que le regalaron en su décimo cumpleaños y siempre lo tenia consigo. Lo abrió y pasó las páginas hasta la indicada.
– Anna Andersen o Anna de Arendelle, es la única hija de Agnarr III e Iduna II y por ende, la heredera al trono. Nació el 21 de junio del año 2000 y...
– Es lesbiana.– interrumpió Elsa.– No pregunten porque, pero tengo el presentimiento que lo es.– habló, mirando por la ventana.– Nunca se la vio con un chico, se ve que está más cómoda entre mujeres y en muchos discursos, se la ve susurrándole cosas a una chica que siempre está cerca de ella.
Tanto Kristoff como los hermanos Lightfoot, quedaron atónitos por aquella observación por parte de la albina, la cual rio al verlos mediante el espejo retrovisor.
– Además... mi gaydar nunca falla.– concluyó.
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Arenfjord ❧ Elsanna
FanfictionElsa Miller no pensó que se chocaría con la mismísima princesa y heredera de Arendelle, Anna, y todo eso durante una pequeña excursión que su clase tenía dentro del castillo. Ahora, Elsa decide sacar a Anna de su encierro y enseñarle la belleza y ma...