2 | Sala de castigos

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Cuando leí el mensaje me quedé helada, un escalofrío recorrió cada partícula de mi ser y miré el móvil por unos segundos. Claro que sabía quién de quién me hablaba, se trataba de Nash.

Nash era uno de los rompecorazones más populares de nuestro instituto, junto con sus amigos, y como no, Shelby había sido una con la que había jugado hasta romperla en mil pedazos.

Me extrañaba mucho su presencia allí ya que el curso pasado ni siquiera lo terminó, tuvo que irse a la otra punta del mundo por un motivo que desconocemos y que nos dejó a todos patidifusos con su marcha de la noche a la mañana.

La vuelta al instituto fue un poco confusa, si en un día había pasado todo eso, no me quería imaginar todo lo que pasaría durante el curso. Desde ahí supe que nada iba a ir bien.

(...)

Llegó el día siguiente y yo ya no tenía ninguna gana de ir a clases, aún así eso no le importó a Noah cuando entró en mi cuarto dando gritos diciendo que iba a llegar tarde. Hundí mi cabeza en la almohada odiando en ese momento la existencia de mi hermano.

— ¡Venga arriba que vas a llegar tarde como no levantes tu culo de la cama! — Gritó Noah intentando parecer un hermano responsable.

Lo fulminé con la mirada y me senté en la cama asimilando el segundo día. Me vestí rápido y baje a hacerme el desayuno pero para mí sorpresa Noah compensó los gritos que dió para levantarme por un desayuno, cosa que agradecí porque iba con el tiempo justo.

— ¡De nada! — Dijo molesto al ver que no le había dicho nada sobre el desayuno, a lo que le respondí un te quiero antes de salir por la puerta.

(...)

Llegué al instituto después de que el timbre hubiera tocado, y me tocaba una profesora nueva a primera hora, cosa que maldecí ya que los profesores nuevos se tomaban las normas al pie de la letra. Llamé a la puerta y como era de esperar la profesora me mandó a la sala de castigos. Al parecer no era la única ya que también se encontraba allí Dylan Stone.

Dylan era un chico muy amable y simpático, solía sacar buenas notas y era muy responsable, por lo que me extrañó que estuviera ahí. Casi no habíamos cruzado palabras ya que nunca estuvimos en la misma clase pero me quedaba allí con él casi una hora así que decidí hablarle.

—¿Tu también has llegado tarde? — pregunté sonriendo para que no fuera muy incómodo.

— Peor aún, aunque realmente no fue mi culpa — se encogió de hombros excusándose y prosigió — Yo venía de la cafetería y como iba un poco tarde en vez de tomarme el café allí me lo tomé mientras iba a la taquilla a coger el libro de la clase que me tocaba y cuando me giré, estaba el profesor de matemáticas pasando por detrás mia y .... puede que le tirara sin querer el café encima — dijo casi sin terminar la frase porque ambos empezamos a reírnos por lo absurdo que sonaba.

—¡SHHHHHH! Aquí no se puede hablar — dijo una profesora que pasaba por ahí, pero eso no impidió que dejáramos de reírnos.

Se acabó la primera hora y por fin pude asistir a la siguiente clase. Fui lo más rápido que pude porque lo último que quería era volver a quedarme allí, aunque se me hizo muy ameno con la compañía de Dylan.

Al terminar las dos horas siguientes fui a la cafetería con Shelby y estuvimos hablando. Mientras hablábamos, paso por nuestro lado Dylan, que se me quedó mirando y luego me saludó con una expresión alegre. Shelby se dio cuenta e hizo un comentario.

— ¿Me he perdido algo? — cuestionó en tono burlón esperando mi respuesta.

— No, nada, solo que hoy a primera hora he estado con él — dije riéndome ante la cara de sorpresa de mi amiga.

Abby ®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora