14 | Nuestro lugar

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Llegué a mi casa después de una desastrosa mañana, me sentía liberada y tranquila, supongo que el haber soltado todo lo que me había callado hasta ahora, era lo que me había provocado esa sensación.

Por la tarde estuve distraída haciendo pequeños cambios en mi cuarto cuando mi hermano entró por sorpresa.

— ¿Te apetece salir un rato? — preguntó, cosa que no me esperaba.

— Vale — dije dejando de hacer lo que estaba haciendo.

Siempre que salía con mi hermano acabábamos en el bordillo que daba vistas al río. Era como nuestro lugar, siempre que íbamos allí volvíamos a ser dos niños pequeños, sin preocupaciones de ningún tipo. A Noah le gustaba recordar momentos de nuestra infancia allí.

— ¿Te acuerdas de cuando de pequeña perdiste a tu peluche favorito y apareció a las dos semanas?

—Sí, lo pasé muy mal, no podía dormir — dije recordándolo.

— Pues lo tenía yo — dijo riéndose.

— Noah como te odio enserio — dije dándole un empujón.

— ¿Y de cuando te perdiste en Central Park y apareciste con una familia que decías que eran tus padres? — preguntó riéndose.

— Claro que me acuerdo — me reí — y también de cuando me caí por las escaleras y tu te tiraste para que no llorara — sonreí mirándole.

— Nos podríamos haber quedado así, cuando éramos felices sin preocuparnos nada.

— Cuánta razón — dije mirando como el sol se escondía tras los edificios.

— Cuando tenga hijos el primer sitio donde los traiga será aquí — dijo levantándose.

— Para eso primero te tienes que echar novia ¿no crees? — dije para mosquearlo.

Me acercó hacia él para despeinarme y luego subirme a sus hombros y llevarme al coche a cuestas.

(...)

A la mañana siguiente me encontré a Ryan en mi taquilla, parecía nervioso.

— ¿Podemos hablar sobre lo de ayer? — preguntó inquieto.

— ¿No crees que está todo hablado?

— No, Abby, por favor, piénsatelo mejor ¿vale?

— Ryan solo te pedí tiempo, y si lo hice era para aclararme, necesito un tiempo pero no para que estés encima mia pidiéndome que vuelva contigo, cuando tenga toda mi cabeza en orden quedaré contigo para hablar las cosas ¿vale? — dije buscando su mirada que había descendido hacia el suelo mientras le hablaba.

— Vale — dijo casi susurrando y se marchó.

Suspiré profundamente y volví a clase, y Jess seguía sin aparecer, ayer se me olvidó preguntarle a mi hermano por ella.

— ¿Sigue mala Jess? — le pregunté a Helen.

— Sí, no creo que venga hasta la semana que viene.

Saqué mis apuntes y empecé a copiar lo que el profesor explicaba ya que dentro de poco tendríamos el examen y yo no me estaba enterando de nada.

Las horas en el instituto pasaron con normalidad y volví a casa, donde al igual que el instituto, todo estaba normal. Por la tarde me preparé la exposición del día siguiente que tenía con Dylan, elegimos el tema de la estatua de la libertad porque nos parecía interesante que nuestros compañeros conocieran la historia.

(...)

Me levanté más temprano de lo normal para repasar el trabajo, siempre me ponía muy nerviosa cuando tenía que presentar delante de mucha gente, y aunque me supiera el trabajo perfectamente esos nervios no desaparecían, y si no los controlaba, me jugaban una mala pasada, así que me tomé un té por la mañana que me hizo relajarme durante la mañana.

Abby ®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora