35 | ¡Sí, quiero!

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Después de algunos meses prometida, llegó el día. Fue el primer pensamiento que me vino a la cabeza tras abrir los ojos a las seis de la mañana.

—¿Estás nerviosa? — pregunté a mi madre que iba ya por el segundo café.

— Mucho — rió — ¿tienes todas las cosas empaquetadas? nos vamos en media hora — avisó mi madre.

— Sí, está todo listo — sonreí preparando mi desayuno.

(...)

— Vamos chicos — nos llamó mi madre desde la puerta con algunas maletas.

Salí de mi cuarto con la mía y me encontré con mi hermano en la escalera. Mi madre quería que su boda fuera por todo lo alto, literalmente, porque para llegar al lugar había que ir en avión.

Llegamos al aeropuerto y allí nos encontramos con las gemelas, Will y Shelby acompañados de sus familias.

— ¿Blake no venía? — preguntó mi hermano.

— Sí, seguro que está al llegar— dije quitándole importancia.

Nos sentamos a esperar que nuestro vuelo estuviera listo, y mientras tanto me paseaba por el aeropuerto, iba a las máquinas expendedoras, y miraba el móvil por si algún mensaje de Blake llegaba.

— Atención pasajeros del avión con destino a California, su vuelo está a punto de despegar, diriganse al embarque de la puerta 2, gracias — Se escuchó por la voz del megáfono.

Todos se levantaron de sus sitios para ir donde habían indicado, y yo mientras miraba a todos lados para ver si Blake aprecia.

— Pensaba que no llegabas — comenté cuando divisé a Blake corriendo con su maleta hacia donde estábamos.

— Lo siento — dijo recuperando la respiración.

Soltamos las maletas en la cinta corredera, y nos montamos en el avión. Me tocó el lado de la ventana, y al otro lado tenía a Blake, que usaría como almohada durante el viaje, ya que me había despertado muy temprano y si no, me quedaría dormida en la boda.

Después de ocho horas de vuelo, aterrizamos en California. Eligieron esa ciudad porque es donde vivía Andrew antes de ir a Manhattan, y es donde vivía toda su familia, y además, a mi madre le hacía mucha ilusión celebrarlo allí. Cuando bajamos del avión, el prometido de mi madre, nos esperaba allí con un autobús que había alquilado para llevarnos a todos al hotel.

Subimos las maletas y nos montamos en el autobús. No tardamos mucho y mientras tanto disfrutaba de las vistas, California es preciosa.

Bajamos y nos dirigimos a recepción, allí nos dieron las llaves de nuestras habitaciones. Los padres iban en habitaciones dobles, y a nosotros nos dieron una individual a cada uno.

Llegué a mi habitación y dejé la maleta, me tumbé en la cama y si no llega a ser porque llamaron a la puerta, me habría quedado dormida.

— Adelante — avisé para que entrara.

— Hola vecina — bromeó Shelby entrando en mi cuarto.

— ¿Qué pasa no puedes vivir lejos de mi no? — reí provocando que una almohada cayera en mi cabeza.

— ¿Vamos a dar una vuelta por el hotel? — sacó su labio inferior sabiendo que no tenía ninguna gana de salir de la cama.

— Está bien — dijo en un gruñido.

Salimos del cuarto y bajamos a recepción, dimos varias vueltas, pasamos por el comedor, por la sala de espera, por los pasillos, y acabamos en el jardín.

Abby ®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora