CAPITULO I. Los días y las noches de Susan

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Como cualquier otro día en aquel, aún devastado por la guerra, pueblito de Inglaterra; en aquella casa, también devastada, pero no en aspecto... sino en ánimo, se encontraba la bella muchacha de ojos color cielo recostada en su cama.
Para la mayor de las hermanas Pevensie, los días no tenían mucho sentido, se había vuelto todo demasiado rutinario para ella.
Sus días se basaban en dormir, levantarse, cambiarse, desayunar con sus hermanos, pasar tiempo con su madre - los días que estaba en la casa -, leer sus novelas, y pensar.
Pensar mucho.
Quizás no tanto pensar, sino recordar.
Recuerdos que le inundaban el alma de tristeza y los ojos de lágrimas. Pero, al fin y al cabo, le robaban las más bellas sonrisas.
Por las noches, todas las noches, antes de irse a dormir Susan miraba el cielo negro y las estrellas resplandecientes desde su ventana. Esas estrellas que tanto amaba, aquella oscuridad que la hacía sentir, al menos por unos segundos, que estaba en casa.
En su verdadera casa.
En Narnia.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora