CAPITULO XXVI. El anuncio

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Los ojos de la mayor de los Pevensie seguían abiertos como dos grandes monedas del color del océano. No sabía cómo reaccionar ni que responder. La felicidad que sentía la había dejado muda.
Se arrodilló acercándose al joven Rey sin emitir palabras y lo abrazó hasta que los brazos le dolieron. Deseaba con todas sus fuerzas que ese abrazo no terminara nunca.
¿Cómo podía negarse? Si era el amor de su vida. Pero la idea de que quizás en un futuro no muy lejano tendría que abandonar ese maravilloso mundo a su lado la llenaba de angustia y dudas.

- Yo... yo... A mi me encantaría casarme contigo, Cas. No quiero que pienses ni un sólo segundo que no lo deseo. Pero...

- Tienes miedo de que tengas que volver a tu mundo y yo me quedé aquí en Narnia. - dijo el muchacho mirándola con ternura, parecía conocer y comprender todos esos sentimientos que tenía dando vueltas en su interior.

- Sí. ¿Y si nos casamos y al día siguiente tengo que volver? ¿Y si no regreso más a Narnia una vez que me vaya? No podría soportarlo, y no podría soportar que tú sufras. - agregó Susan con tristeza.

- Su, entiendo todo lo que dices. A mi también me da miedo pensarlo. Pero sí hemos llegado hasta aquí, si has vuelto incluso cuando creíamos que no iban a regresar, si Aslan ha permitido nuestro amor, es porque tiene grandes planes para nosotros. Juntos.

- ¿Cómo sabes que Aslan lo permite?

- Porque si no estaría de acuerdo en el fondo lo sabríamos, y no nos hubiésemos permitido amarnos de la forma que nos amamos. Susan, quiero compartir la vida contigo. La cantidad de tiempo que sea. En Narnia, en el castillo, en un barco en alta mar, en las Islas Solitarias, en el bosque, en tu mundo, donde sea. Si tú me lo permites, quiero que seas mi esposa, no quiero perder más tiempo.

Caspian pronunciaba esas palabras y a Susan se le estremecía el corazón de amor. Sabía que tenía razón. Lo acercó y apretó tan fuerte sobre su cuerpo que podía escuchar su corazón latiendo aceleradamente, esperando una respuesta.

- Sí. Mi respuesta es sí. Quiero ser tu esposa.

Ambos jóvenes se sonrieron y besaron hasta quedarse sin aire. Ninguno de los dos pudo evitar derramar alguna que otra lágrima. Esas gotas que caían sobre sus mejillas estaban cargadas de felicidad. Se iban a casar. Era el inicio de una vida juntos.

- Caspian, nos vamos a casar en medio de una guerra que nos ha declarado la Bruja Blanca. No nos olvidemos que está en algún lugar esperando para secuestrarme, y probablemente, matarme. - agregó la joven mirando con un poco de preocupación a su prometido.

- Pues, la venceremos. No dejaré que se acerque. Además, siendo mi esposa puedes dormir en mi habitación sin tener que escabullirte. Ya no tendrías miedo de estar sola por las noches.

Susan no podía creer como Caspian siempre encontraba las palabras justas para el momento justo. Le hablaba y la miraba con tanta ternura que hasta las guerras parecían no ser un problema.
Ambos jóvenes salieron del cuarto y se dirigieron a sus habitaciones para cambiarse y bajar a desayunar.
Habían acordado que darían el gran anuncio en ese momento, por lo que Susan se dió un baño rápido antes de cambiarse y salió en búsqueda de sus hermanos. Quería reunirlos para que conocieran antes la gran noticia.
Se dirigió primero a la habitación de Peter. Sabía que era el más madrugador y ya estaría levantado.

- Su, buen día. ¿Qué pasa que has madrugado tanto? - dijo el mayor de los Pevensie un poco confundido al ver a su hermana en su puerta.

- Hola Pet. Nada malo, vine porque supuse que ya estarías despierto. Necesito que me hagas un favor, ¿puedes buscar a Edmund y Lucy? Los espero abajo, tengo algo muy importante que contarles.

- Sí, enseguida los busco. ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien?

- Sí, de verdad, está todo bien. - respondió la muchacha sonriendo, tranquilizando a su hermano.

Al cabo de unos minutos, Susan se reunió en una pequeña habitación del castillo con sus tres hermanos, quienes estaban un poco confundidos ante la reunión solicitada por la joven.

- ¡Bueno, Su! ¡Anda! ¿Qué es eso tan importante que nos tienes que decir? - dijo Edmund ante las idas de vueltas de su hermana para decir lo que quería decir.

- Me voy a casar.

Los tres Pevensie se miraron mutuamente y miraron a la muchacha con algo de desconcierto.

- ¿Qué? ¿Con quién? - pronunció Peter mientras Lucy lo interrumpió.

- Pues con Trumpkin no creo que sea, ¡con Caspian, Peter! ¿¡Con quién se casaría si no!?

Edmund y Susan no pudieron evitar soltar una carcajada. Lucy siempre tenía esas respuestas ocurrentes que los hacían reír.

- Sí, Caspian me ha propuesto casamiento esta mañana. Le he dicho que sí, aún no sabemos cuándo, pero seguro sea pronto.

- ¡Cuánto me alegro, hermanita! Ya te imagino con un hermoso vestido blanco de novia... ¡Serás muy feliz! - comentó la pequeña mientras corría a abrazar a su hermana mayor, quien le respondió con el mismo abrazo. Sin decir palabras, Edmund sólo sonrió y se acercó a sus hermanas para unirse en el abrazo.
Peter sólo los observaba, un poco confundido y; al parecer, hasta enojado.
Le regaló un simple y seco "te felicito" a Susan y se retiró de la habitación, dejando atónitos a sus hermanos.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora