CAPITULO XXVIII. El descubrimiento

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Durante la cálida tarde de Narnia, Elis informó al Rey que no podría asistir a una reunión del consejo ya que debía atender unas cuestiones en los bosques.
Caspian le dio autorización, era algo habitual. Sabía que su amigo de vez en cuando se adentraba en los bosques cercanos al castillo para atender las necesidades de los narnianos que allí se encontraban. Es más, en algunas ocasiones lo había acompañado; por lo tanto sabía la importancia que tenían estás salidas tanto para el soldado como para los habitantes del bosque.
El joven le agradeció al Rey su consideración y emprendió viaje, sin percatarse que la menor de los Pevensie había estado escuchando la conversación.
A Lucy le pareció extraña está actitud. Creía fervientemente que alguien del castillo estaba trabajando con la Bruja Blanca. ¿Era casualidad que el muchacho vaya al bosque en medio de una reunión que tendría a todos ocupados? Quizás si, pero ella no quería quedarse con la duda. Tomó su capa y salió en silencio detrás de él.
Por supuesto que no avisó a nadie. Sabía que sus hermanos, en primer lugar, impedirían que vaya sola. Y en segundo lugar, harían tal escándalo que todo el castillo se enteraría; lo que no era conveniente si quería descubrir quién era el traidor.
Ya unos cuantos metros dentro del gran camino de árboles, Elis se detuvo a descansar un poco. Tomó un poco de agua de su cantimplora y dedicó unos minutos a observar unos papeles que tenía en su bolsillo.
Lucy, desde atrás de unos frondosos robles, lo observaba atentamente.
¿Dónde están los supuestos narnianos que venía a socorrer? ¿Por qué no aparece ninguno? ¿Qué serán esas anotaciones? pensaba la pequeña mientras forzaba la vista intentando descifrar algo de esos papeles, lo cual resultaba imposible.
El soldado guardó sus pertenencias, se puso de pie y siguió camino. Para sorpresa de Lucy, apareció un tejón que charlaba animadamente con Elis mientras éste le entregaba uno de los papeles que había guardado en su bolsillo. ¿Será uno de los narnianos que ha venido a ayudar?, pensaba la pequeña mientras no los perdía de vista.
El muchacho se despidió del tejón y retomó la caminata. El camino se había vuelto mucho más oscuro, con mucha vegetación y poca visibilidad. Ya se encontraban en lo profundo de los bosques del norte.
Lucy recordaba que cerca de allí era donde habían encontrado a Peter, por lo que decidió seguir camino con su arma en la mano, por si acaso. Había perdido de vista a Elis, eran demasiados arbustos y árboles a su alrededor. La preocupación comenzaba a invadirla, pero sabía que si emprendía el regreso hacia el castillo todo ese viaje habría sido en vano, así que decidió seguir.
En lo profundo del bosque, ya con la última hora de sol, escuchó unos sonidos que la alarmaron. No podía distinguir si eran pisadas, ramas que caían o árboles que se movían; por lo cual decidió parar y observar atentamente a su alrededor.
Los ruidos se escuchaban cada vez más cerca y la jovencita se ocultó tras un árbol al notar unas figuras que se movían entre los arbustos.
No pudo distinguir bien de qué criaturas se trataba, pero al verlas recordó que su hermana había mencionado la palabra "jabalíes" cuando le contó sobre el rescate de Peter.
La sangre se le heló y el miedo comenzó a invadirla. Eran esos mismos animales horrendos de los que le habían hablado.
¿Estaría Jadis con ellos? ¿A dónde se dirigen? ¿Elis estará ahí? Esas preguntas le invadían la mente y la llenaban de temor.
La oscuridad de la noche de Narnia se acercaba y Lucy se esforzaba por ver si con esos mounstros se encontraba el joven soldado. No logró distinguir nada, no sabía qué hacer. Si los seguía, era probable que la descubran. Si se quedaba allí, se congelaría. Y no podía emprender el regreso ya que la noche había cubierto por completo el cielo y no vería absolutamente nada caminando por ese bosque.
De repente, volvió a ver a las criaturas que estaban rondando. Esta vez los pudo ver con más detalle, hasta podía sentir su olor nauseabundo, ya que se encontraban cada vez más cerca.
Mientras los observaba atentamente escondida entre los árboles y con su capa tapándole hasta las narices, algo la tomó por detrás tapándole la boca.
No pudo gritar. El terror la invadió por completo. Lo único que pensó es que la habían encontrado.
Abrió los ojos, que había cerrado con fuerza producto del miedo, y notó que se trataba de Elis.
Algo en la mirada del muchacho la tranquilizó, pudo comprender que no le haría daño.
El joven sacó lentamente la mano de su boca, señalándole que no hiciera ningún tipo de ruido. Observó si los jabalíes se habían alejado, y al constatar que sí se acercó nuevamente a la pequeña.

- Reina Lucy, ¿me puede decir qué demonios hace aquí? - dijo en un tono de voz que apenas se podía escuchar.

- Yo... yo... - a la pequeña no le salían las palabras, aún estaba temblando producto de la situación que  acababa de vivir. - Perdón, te seguí. No me creí que vendrías a ayudar a narnianos.

- Pues si no me creía, le hubiese planteado sus dudas al Rey. ¡Cómo me va a seguir por el bosque a estas horas! ¿A caso no sabe lo peligroso que es, Majestad? - agregó el soldado continuando con la voz casi silenciosa, pero que denotaba el enojo que sentía.

- Lucy, sólo Lucy, por favor. Perdón, vi aquel tejón con el que hablabas y entendí que esto es una locura. ¿Cómo saldremos de aquí? - dijo la jovencita con preocupación.

Elis volvió a tapar la boca de Lucy cuando notó una figura que caminaba por el camino de árboles que estaba a su lado.
Ambos se escondieron detrás del árbol en el que se encontraban y se taparon con la capa negra que la pequeña llevaba puesta, para pasar desapercibidos.
Observaron atentamente aquella figura y pudieron notar que se acercaba hacia las criaturas que habían visto antes.
Lucy quito la mano del muchacho que le impedía hablar, y mirándolo fijamente con los ojos llenos de terror sólo pudo decir unas palabras.

- Elis, es la Bruja Blanca.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora