CAPITULO XVIII. El rescate

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Edmund, Caspian, Elis y algunos soldados se encontraban a pocos metros de aquel lugar que habían visto a lo lejos. La nieve era cada vez más fría y espesa, haciendo que la caminata se vuelva el doble de agobiante.
Pudieron notar que se encontraban cerca de algo que podría ser la entrada a una casa. Decidieron colocarse detrás de unos árboles para planear su ingreso.
¿Estará Peter allí? ¿Estará la Bruja Blanca? ¿Habrá ejércitos dentro? era lo único que podían pensar.
Caspian ordenó a Elis y otros tres soldados que busquen una entrada trasera. Él y Edmund entrarían por un costado, mientras algunos hombres esperaban afuera por si acaso.
Observaron por aquellos cuadrados vidriosos que parecían haber sido ventanas, pero no lograron ver nada ya que la humedad de la nieve las había deteriorado lo suficiente como para impedir la visión.
Para su suerte, Elis encontró una pequeña entrada por la parte de atrás. Demasiado pequeña para que entren algunos soldados, por lo que entró él junto a Caspian y Edmund, ya que eran los de contextura más delgada.
Los tres jóvenes ingresaron en aquella casa, un olor insoportable a humedad los arrasó pero continuaron caminando observando todo lo que había a su alrededor.

- Por aquí. - dijo Edmund, casi susurrando.

Los demás lo siguieron y vieron una habitación con la puerta a medio abrir. Podían ver una luz tenue y escuchar un sonido similar a un ronquido de un centauro.

- ¿Qué demonios hay ahí dentro? - pronunció Elis con cuidado.

- Lo tendremos que averiguar. - comentó Caspian caminando hacia la puerta.

Los muchachos entraron tratando de no hacer ruido alguno. El panorama de aquel cuarto los sorprendió. Allí estaba Peter, profundamente dormido. Golpeado, pero vivo. Podían notar como respiraba. A su lado, descansaba un enorme y horrible animal semejante a un jabalí.
Edmund, Caspian y Elis cruzaron miradas, entendiéndose al instante.

- Arriba, mounstro. - pronunció el soldado colocando su espada en el cuello de aquel horroroso animal.

El jabalí se reincorporó sobre sus patas traseras y asintió levantando sus brazos. Mientras tanto, Edmund y Caspian desataban a Peter y lo cargaban hacia la salida.
El animal al ver la situación, se abalanzó sobre Elis. Pero el muchacho había sido más rápido y cortó la garganta del mounstro en un sólo movimiento.
Los tres, con Peter a cuestas, intentaron salir lo más rápido posible de esa casa.
Antes de tener contacto nuevamente con la fría nieve del exterior, observaron por la ventana que tres animales muy parecidos al que el soldado acababa de matar se estaban acercando. Corrían ventaja, porque aún no sabían que ellos estaban allí.
Se quedaron escondidos detrás de una puerta, haciendo todo el silencio posible.
Los jabalíes ingresaron a la vivienda y se percataron que algo andaba mal, pues había demasiado silencio. Se acercaron lentamente al cuarto y allí encontraron a su compañero yaciendo, muerto y la silla donde se encontraba el Gran Rey, vacía.
Una fuerza, casi sobrenatural, se apoderó de ellos y comenzaron a buscar por la casa; destrozando todo lo que se interponía en su camino.
En un descuido por parte de los horrendos animales, Caspian, Edmund y Elis salieron al ataque.
Eran tres contra tres, pensaron, no podría resultar tan mal. Pero la realidad es que esos animales tenían una fuerza inhumana que los hacía casi imposible de vencer.
Elis había podido deshacerse de aquel en el cuarto con algo de suerte, el jabalí aún estaba un poco dormido.
Luego de unos minutos de lucha, los mounstros tenían acorralados a los tres jóvenes; quienes se miraban sin saber muy bien qué hacer.
Una flecha con punta roja se incrustó de repente en el corazón de uno de los animales, alarmado a los otros dos, que se miraban atónitos sin poder descubrir de dónde provenía el ataque. Otra flecha igual a la primera se colocó en el brazo de un segundo, dejándolo con pocas fuerzas; dándole tiempo a los muchachos de terminar de una vez con esos horribles animales.
Cuando ya no corrían peligro, se dirigieron inmediatamente a buscar a Peter, quien estaba recostado sobre una pared, aún dormido. Lo cargaron y salieron hacia la nieve.
Allí, vieron la ayuda que los había salvado. Era Susan, que había apuntado con una perfección extraordinaria sus flechas desde lejos de una ventana semi abierta.
Elis, Edmund, Caspian se dirigieron hacia la muchacha y llevaron a Peter consigo. La joven recibió en sus brazos a su hermano con una sonrisa de alivio.
Ahí estaba. Estaba vivo.
Los Reyes y el soldado se sorprendieron al ver que Susan estaba acompañada.

- Cas, Ed, Elis, les presento a un nuevo amigo. Repecheep.

- Hola, noble amigo. - saludó alegremente Edmund mientras los demás sonreían.

- Este buen ratón me ha acompañado todo el camino hacia aquí.

- Adelante, Repecheep. Por haber cuidado de la Reina Susan y haber colaborado en el rescate del Rey Peter, te espera una rica cena en nuestro castillo. - dijo Caspian animadamente, mientras emprendía el camino de vuelta.

Durante el regreso, los jóvenes y el ratón charlaban sobre lo sucedido. ¿Por qué la Bruja Blanca no estaba allí? Si había sido ella la que secuestró a Peter, no hubiese sido tan fácil rescatarlo.
Sólo una pregunta rondaba sus pensamientos:

¿Qué era lo que estaba pasando realmente?

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora