CAPITULO XXXII. El plan de Caspian

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Los primeros rayos de luz comenzaron a entrar por la ventana, despertando al joven Rey que descansaba con su prometida acurrucada en el pecho.
La cera de las velas estaban por todo el suelo, y el aroma que se sentía en la habitación todavía las recordaba encendidas.
Caspian se levantó en silencio, no quería despertarla. En puntas de pie, evitando hacer cualquier tipo de ruido, se dirigió a dónde estaba su ropa y se vistió.
Le dió un beso en la frente a la joven que aún dormía profundamente y salió del cuarto.
Recorrió los pasillos del castillo hasta llegar a su habitación, y se preparó para darse un largo baño. Sus días eran bastante atareados, le costaba encontrar ratos que sean sólo para él; así que aprovechó ese momento en el que nadie lo vendría a buscar por temas de Narnia, aún era muy temprano y todos dormirían por un buen tiempo más.
Pensaba en él, en Susan, en su boda, en Narnia, en Peter, Edmund y Lucy, en Elis y sus amigos narnianos, en la Bruja Blanca.
Odiaba pensar en ella, pero no podía evitarlo.
No podía dejar de recordar el secuestro de Peter, esas horribles criaturas que lo tenían prisionero. Trataba de entender cuál era el plan de Jadis. Por supuesto sabía que querría ser la dueña y señora de Narnia otra vez, imponiendo su invierno eterno. Pero las preguntas era ¿cómo lo haría? ¿por qué no había atacado de nuevo?.
Ya habían pasado unos días desde la nota que alertaba a Susan, ¿cuál sería su próximo paso? ¿realmente vendría por ella?.
El muchacho no podía siquiera pensar en que algo le pase a ella. No podía dejar de protegerla pero sabía que tampoco podría tenerla vigilada por soldados para siempre. Algo había que hacer.
Terminó de bañarse, se vistió y salió en búsqueda de Peter; quien por supuesto, aún dormía profundamente.
Si algo tenían en común los dos Pevensie mayores era que su sueño no era para nada ligero, a diferencia de los dos menores que ante el más mínimo ruido tenían sus ojos abiertos como dos monedas.
Caspian golpeó un par de veces la puerta de su cuarto pero no había caso. Decidió entrar y por mucho que le costó, lo despertó.
Peter se cambió y se ubicó al lado del joven Rey para saber cuál era el motivo tan urgente por el que lo había despertado.

- ¡¿Que quieres hacer qué?! ¡¿Te has vuelto loco?! - exclamó Peter aún refregándose los ojos por el sueño.

- Sabes que tengo razón. No hay otra alternativa.

- ¡Por supuesto que la hay! Por ejemplo, no ir directamente a buscar a la Bruja Blanca para que te mate es una.

- Si mal no recuerdo la última vez enviamos a Edmund hacia Miraz con una carta de tu parte. - dijo Caspian recordando los acontecimientos de la última estadía de los Reyes y Reinas en Narnia.

- Con la pequeña diferencia que tu tío no era un demonio de más de mil años que tiene una varita con el poder de congelar todo lo que se cruce en su camino. - agregó Peter en un tono algo burlón.

- Pero tenía una ballesta y una espada que le podría haber atravesado el corazón en menos de un segundo. - respondió desafiante.

- Bueno, supongamos que tengas algo de razón y yo esté interesado en tu plan. ¿Qué ganarías con tu visita a Jadis?

- Tiempo, Peter. No podemos estar aquí esperando que ataque de nuevo. No podemos mantener a Susan y a tus hermanos vigilados para siempre. Ambos sabemos que en algún momento va a atacar. ¿Acaso los esperaremos aquí sentados?. Si la encuentro, podría hablar con ella y saber su plan. O al menos algo de su plan. Quizás de esa manera evitaríamos que ataque a todo el castillo, y ganaríamos tiempo para buscar una manera de acabar con ella.

- ¿Y me puedes explicar cómo harás para encontrarla? Te recuerdo que lo más cerca que estuvimos de ella fueron esas adorables criaturas que me secuestraron. No dudo de tu capacidad de hablar con las personas, pero particularmente creo que no serían muy buenos para iniciar una tregua.

- Lucy. ¿No crees que volvió algo extraña del bosque?

- ¿Lucy?

- Yo creo que Buscatrufas le contó algo o bien vieron algo con Elis esa noche. Ambos no respondieron cuando preguntamos qué había pasado antes de que los encontraramos.

- Sigo pensando que tú plan es un suicidio seguro, pero como te conozco y sé que igualmemte lo harás, prefiero ayudarte. Vamos a hablar con Lucy.

- Esto queda aquí, Peter. Susan enloquecería si se entera.

- Tranquilo que no diré nada. Sólo te pido que salgas entero de esto, porque no te perdonaría jamás haberla abandonado antes de la boda.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora