CAPITULO XXI. El cumpleaños

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A la mañana siguiente, los hermanos Pevensie se encontraron en el gran salón para desayunar.
Aún con sus rostros preocupados, pero se los notaba un poco más alegres al estar los cuatro juntos entre risas y anécdotas.

- Ed, mañana es tu cumpleaños. Imagino que estarás planeando algo para celebrarlo. - comentó Lucy a su hermano.

- Apenas he tenido tiempo para dormir, ¿y tú quieres que planee una fiesta de cumpleaños? - respondió el muchacho graciosamente.

- Yo creo que deberíamos festejarlo. - agregó Peter - sería una buena oportunidad para distraernos y recordar las cosas lindas de Narnia. Festejar en familia y entre amigos. ¿Qué te parece hermanito?

- Aunque diga que no ustedes lo harían igual. - dijo en tono burlón - Una cena y festejo serán, entonces.

Los cuatro Pevensie sonrieron y se alegraron por el evento próximo. En Inglaterra no solían hacer grandes fiestas de cumpleaños, la mayoría los pasaban entre familia. Festejar un cumpleaños entre la preocupación les permitiría recordar que a pesar de todo, la familia y los amigos nunca desaparecen.
Peter se encargó de invitar a todos los pobladores del castillo y sus alrededores, mientras que Susan y Lucy se encargaban de la decoración.
Caspian y Edmund se encargaron de conseguir deliciosa comida, especialmente aquella que el cumpleañero más disfrutaba. Un poco difícil conseguir pizza en Narnia, ¿no?. Por eso ambos muchachos pusieron manos a la obra con ayuda del servicio del castillo.
Durante todo ese día los hermanos y el joven Rey lograron su cometido: distraerse. Entre risas y preparativos, el día pasó. Todos se fueron a descansar con una enorme sonrisa, al menos por unos momentos se volvieron a sentir en paz y seguros, estaban en familia.
Al día siguiente, todos continuaron con el mismo buen humor, esperaban ansiosos la hora del evento. Algunas horas antes, mientras los jóvenes con ayuda de Trumpkin y algunos soldados ultimaban detalles, las hermanas se dirigieron a las habitaciones para comenzar a prepararse.

- Su, ¿me prestas un vestido tuyo? Son tan hermosos.

- Encantada te presto el que desees Lucy, pero creo que tendríamos un problema. - dijo Susan con una sonrisa.

- Un poco grandes, ¿no? - respondió entre risas la pequeña.

- Tengo una idea. Puedes elegir el que más te guste y lo llevamos a la costurera a que lo arregle a tu medida, ¿te parece?

- ¡Me fascina la idea! ¡Gracias, gracias, gracias!

- Elige rápido, aún es temprano pero no queremos que sea tarde.

Lucy eligió un hermoso vestido azul con detalles en seda y perlas que su hermana tenía en el armario; apenas lo vio se enamoró de él y se imaginaba lo hermosa que luciría con ese vestido puesto. Le agradeció por décima vez a su hermana y fue corriendo hacia la costurera.
Susan aún seguía un poco indecisa, aunque; a decir verdad, los vestidos que tenía eran uno más precioso que el otro. Además del detalle que todos le quedarían perfectos.
Observaba una y otra vez su armario contemplando las prendas, cuando Lucy ingresó nuevamente en la habitación.

- ¿Ya está listo tu vestido? - comentó la mayor, sin bajar la mirada selectiva hacia su armario.

- Aún no, en un rato. ¿Cuál te vas a poner tú?

- No lo sé, ¿qué piensas? ¿cuál me quedará mejor?

- Lo que pienso es que aunque te pongas una camisa y un pantalón de Peter, seguirías luciendo hermosa.

Ambas rieron y siguieron juntas por un rato, dedicándose a elegir el vestido indicado para la muchacha de ojos azules.

La hora del gran festejo se acercaba. En el salón ya se encontraban Peter y Caspian, quienes charlaban animadamente. Ambos vistiendo unos trajes perfectos que los hacían lucir como los Reyes de Inglaterra.
Además, estaban presentes algunos soldados y gente del pueblo; todos se encontraban animados, lo que logró la satisfacción de los Reyes ya que estaban haciendo pasar un buen momento a los buenos narnianos.
Trumpkin, Elis y Repecheep se unieron a la animada charla de los jóvenes Reyes.
Luego de unos minutos, el salón quedó en silencio al observar a Edmund junto a sus hermanas bajar por las escaleras.
La más pequeña lucía el hermoso vestido que le había obsequiado su hermana y una tierna sonrisa que encantaba a todos. El cumpleañero se veía como otro Rey de Inglaterra, y también mostraba un alegre y encantador rostro que dejaba a las muchachas del castillo sin palabras. Susan hacía parecer que la palabra "perfecta" no era suficiente. Había elegido un vestido blanco y plateado, con detalles en encaje y perlas. Se veía preciosa y, a los pies de la escalera, Caspian no podía dejar de observarla.
Los tres Pevensie bajaron hacia el salón mientras todos los presentes cantaban el feliz cumpleaños al muchacho, que les devolvía el gesto con sonrisas.
La noche fue perfecta. Tanto como el clima, la comida, los invitados, la música, todo. Todo era especial.
Los hermanos se permitieron divertirse como hacía mucho tiempo no hacían.
Mientras Peter y Edmund reían a carcajadas bailando y haciendo sonreír a los invitados, Lucy se divertía compartiendo algunas piezas de baile con sus pequeños amigos.
Por su lado, Caspian se perdía en la muchacha de ojos azules. Siempre la vio hermosa, pero esa noche estaba más resplandeciente que nunca. Abrió paso entre la multitud que los separaba y le pidió amorosamente que le conceda un baile.
Hasta que la música dejó de sonar estuvieron juntos, no dejaron de mirarse si un sólo segundo.
Susan deseaba con todas sus fuerzas que ese momento durara para siempre.
Para los ojos de todos, era una Reina bailando con el Rey.
Para ella, era una simple jovencita que bailaba abrazada a su príncipe azul.
Para él, seguía siendo aquel joven tímido que se había enamorado de una Reina de Narnia.
Pero lo que ambos tenían en común y sabían, es que seguían siendo unos jóvenes enamorados el uno del otro, que harían cualquier cosa por protegerse y compartir la vida juntos.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora