CAPITULO XIII. Lo que tanto esperaban

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Al terminar la cena, cada uno de los hermanos se dirigió a su habitación.
Susan estaba recostada sobre su cama, con una sonrisa que no podía borrar de su rostro.
Pensaba en Caspian. En lo feliz que era estando con él.
Decidida, se levantó y se puso una bata para dirigirse a la puerta de su habitación.
No lo pensó mucho, si lo pensaba se habría arrepentido. Era una joven muy correcta.
Salió y a los pocos minutos se encontró tocando la puerta de otra habitación.

- ¿Su? - fueron las palabras de Caspian al abrir la puerta de su cuarto.

Tenía cara de dormido pero aún así no dejaba de sonreír. Susan no podía dejar de observarlo y de pensar en lo hermoso que era.

- Quería verte antes de irme a dormir. - dijo la muchacha.

Caspian la invitó a pasar y ambos se sentaron en el borde de la cama del joven Rey.

- Gracias por todo lo que has hecho. El castillo es hermoso, todo es una maravilla. Te preocupaste mucho por nosotros.

- Es lo mínimo que podía hacer. Son como mis hermanos.

- ¿Ah sí? ¿Me consideras tu hermana? - comentó Susan con tono burlón.

- Claro que no. Nunca, señorita. Usted ocupa otro lugar en mi corazón.

Ambos rieron y acercaron sus rostros para besarse.
Esos besos llenos de ternura y pasión a la vez.
Caspian recostó suavemente a la muchacha en su cama, sin dejar de besarla y de mirar sus ojos del color del océano.
Susan sentía dentro una mezcla de sentimientos que no podía explicar. Sólo sabía una cosa: le gustaba.
Le gustaba Caspian y lo que él provocaba en ella.
El Rey continuó besando a la joven por el cuello, haciendo caricias con su mano en su rostro y brazos.

- ¿Estás bien, Su? - preguntó, sin poder dejar de observar esos ojos que lo enloquecían.

- Mejor que nunca. - contestó Susan entre sonrisas.

Siguieron besándose y despojándose de sus ropas, hasta que algo interrumpió.
Golpearon la puerta de la habitación, lo que generó un sobresalto por parte de ambos.

- No puede ser. Justo ahora. - dijo Caspian en voz baja, liberando la risa de Susan.

- Mejor ve quién es, puede ser algo importante.

El muchacho se puso en pie y se acomodó la ropa rápidamente, mientras que la mayor de las Pevensie hizo lo mismo y se ubicó en una se las sillas que había en la habitación.
Caspian abrió la puerta y para su sorpresa, se trataba de Edmund y Peter.
El rostro de Susan se transformó.
¿Qué hacían sus hermanos allí? Si la veían ahí dentro sería un gran escándalo.

- Cas, ¿te despertamos?

- No, tranquilos. Estaba... estaba recostado, pensando algunas cosas.

- Íbamos a ir a dar un paseo por el jardín del castillo. La noche de Narnia es maravillosa, y más con esta paz. Queríamos aprovecharla. - dijo Peter.

- ¿Te gustaría acompañarnos? - preguntó Edmund.

- Puedes invitarla a Susan también. - agregó Peter con gracia y miradas cómplices hacia su hermanos.

Caspian los miró sonrientemente.

- Si supieran que su hermana está aquí. - pensó en su interior. - Claro, me encantaría acompañarlos. Denme unos momentos que me cambio.

Los hermanos esperaron al Rey y los tres juntos salieron hacia el jardín.
Susan, entre risas, salió unos minutos después, escabulliéndose de la habitación del Rey.
Ya en su cuarto, la muchacha se abalanzó sobre su cama y se dispuso a dormir.
Concilió el sueño sin borrar la sonrisa inmensa que estaba pintada en su rostro.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora