CAPITULO XXX. La casita en el bosque

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Lucy y Elis se encontraban aún en la casa de Buscatrufas. El tejón los atendió cordialmente, ofreciéndole té caliente y unas galletas que había horneado en la tarde. Además, encendió su chimenea para que los jóvenes pudieran calentar sus cuerpos, ambos habían pasado varias horas en el frío de la noche narniana.
Aprovechando que el pequeño dueño de casa se encontraba en la cocina preparando más comida para sus invitados, Lucy aprovechó para hablar con el soldado que le había salvado la vida.

- Elis, quería disculparme por haberte seguido y haber desconfiado de ti. Sé que fue muy tonto de mi parte. - dijo la jovencita un tanto avergonzada.

- Por supuesto que acepto sus disculpas, Reina Lucy. Pero por favor prométame que si alguna vez vuelve a sospechar de alguien y quiere seguirlo, me pedirá que la acompañe. Estos bosques pueden volverse muy peligrosos, como se habrá dado cuenta.

- Gracias, lo haré. - respondió la pequeña con una dulce sonrisa. - Ahora, Elis, si me permites; quisiera saber qué vienes a hacer con los narnianos en el bosque.

- Ellos envían dos veces al mes al castillo unas listas con provisiones que necesitan. Les hemos ofrecido venir a vivir con nosotros, pero su hogar es aquí, el bosque. Así que respetamos su decisión pero intentamos ayudarlos lo más que podemos. Caspian insistió en enviarles provisiones y hasta alguna que otra arma para que estén protegidos, y ellos aceptaron. Me ofrecí para venir todos los meses y traerles lo que necesiten.

- Qué noble de su parte. Los habitantes de estos bosques deben estar muy agradecidos por todo lo que hacen.

- Lo estamos, Majestad. - interrumpió Buscatrufas alcanzando un plato con más galletas.

Ambos jóvenes y el tejón siguieron charlando animadamente. Lucy escuchaba atentamente las historias que Elis y su pequeño amigo contaban sobre Narnia.
Mientras tanto, entre la vegetación del inmenso bosque del Norte; Caspian, Edmund y Peter seguían en búsqueda del soldado y de la menor de los Pevensie.
El frío era cada vez más intenso y la noche cada vez es más oscura, pero los Reyes no se detendrían hará encontrarlos.
Peter no podía pensar ni siquiera un segundo en que algo le pasara a su pequeña hermana, como así tampoco Edmund.
Caspian sabía que estaban cerca del lugar donde Elis se solía encontrar con los narnianos cuando traía provisiones, ya que él varias veces lo había acompañado.

- Debe ser por aquí. Síganme - pronunció el joven Rey mientras abría paso entre los arbustos.

- ¿A dónde se supone que estamos yendo? - preguntó Edmund un tanto confundido.

- Un par de veces he acompañado a Elis a traer provisiones para algunos narnianos, si no recuerdo mal, por aquí debería encontrarse la casa de Buscatrufas.

- ¿Buscatrufas? - indagó Peter.

- Un tejón.

- Estamos recorriendo en medio de la noche un bosque que es custodiado por horribles monstruos buscando la casa de un tejón. Narnia no deja de sorprenderme, y Lucy tampoco. - dijo Edmund haciendo reír a sus acompañantes.

Los muchachos pudieron notar una pequeña luz a unos pocos metros de donde se encontraban. Caspian abrió paso entre los árboles y escuchó voces provenientes de lo que parecía ser una simpática casita en una cueva.
Al llegar, observaron por las ventanas pero no podían ver nada, el frío había empañado los vidrios haciendo imposible la vista hacia adentro.
Peter se decidió a golpear la puerta, y para la tranquilidad de todos quien la abrió fue un tejón como el que Caspian había mencionado.
Al escuchar los golpes en la puerta el pequeño animal advirtió a los dos jovencitos que se encontraban en su casa, indicándoles que se queden en la habitación continua hasta que él les diga.
Algo inseguro y confundido, se dirigió a la entrada, y al abrir se sorprendió viendo quiénes lo estaban visitando.

- Buenas noches, señor... ¿Buscatrufas? - indagó el Gran Rey.

- Buenas noches, jóvenes. ¿En qué los puedo ayudar?

- Estamos buscando una niña, de esta estatura... - dijo Edmund haciendo gestos con sus manos.

- Disculpe, noble amigo. - agregó Caspian sonriendo. - Pensé que quizás tú nos podías ayudar. También estamos buscando a Elis.

- ¡Rey Caspian! ¡Qué alegría verlo! Pasen, pasen. Bienvenidos a mi casa.

Buscatrufas invito a los tres muchachos a pasar, y luego de unos minutos entendió quienes eran los acompañantes del Rey.

- ¿Ustedes...? ¿... Son ustedes? ¿Gran Rey Peter, Rey Edmund? - preguntó asombrado y con gran alegría el tejón.

Los jóvenes rieron y comenzaron a explicar por qué estaban allí. El pequeño animal inmediatamente buscó a Elis y Lucy que se encontraban escondidos en otra habitación, a la espera de una señal para poder salir.
Allí, en el salón de la casita del bosque se reencontraron tres de los Pevensie.
Mientras tanto, la hermana faltante se encontraba en aquel lugar secreto del castillo a la espera de novedades. Como nadie conocía ese lugar, no pidió a soldados que la acompañasen. La oscuridad de la noche y la tenue luz de una vela que había encendido la adormecían, pero con esfuerzo mantenía sus ojos azules abiertos observando por la ventana, esperando ver llegar a su prometido junto a su amigo y sus hermanos.

Las Crónicas de Narnia. El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora