12.

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Sana POV

Gritó mi nombre en la cafetería.
Me miraba directamente a los ojos.
Interrumpió mi espacio personal por un segundo.
Mañana será nuestra cita... digo, entrevista.

Todos estos pensamientos rondaban por mi cabeza, sin parar. Yo no podía concentrarme en seguir editando las demás páginas del anuario, porque pensaba en ella. Me encontraba como una momia, sin moverme y viendo a la nada. La luz del computador me hacía daño a la vista pero no me importaba.
-¿Sana?
Una voz escuché a lo lejos.
-¡Sana!
Jimin elevó su tono de voz un poco para que yo pudiera regresar a la tierra.
Lo miré velozmente, estaba asustada.
-¿Qué? ¿Qué quieres?
Expresé con enojo. Seguía bastante molesta con mi mejor amigo y él ni se atrevió a pedirme una disculpa. Qué mal que ambos estamos en el comité y además, nuestras computadoras de trabajo están cerca.
-¿Recuerdas que querías una barra de chocolate blanco y una disculpa? Ten.
Mi mejor amigo me entregó el chocolate y además tenía una nota pidiéndome disculpas.
No pude evitar sonreír.
-Falta el toque de oro para que te perdone por completo.
Dije seriamente.
-¿Eres un...?
Pregunté.
-Tonto.
Él contestó, así que rápidamente me levanté y lo abracé con mucho cariño. Lo quiero como al hermano mayor que nunca tuve.
-Quedas perdonado.
Toqué la punta de su nariz con mi dedo índice. Ambos sonreímos.
-¡Ey, nada de novios aquí!
Gritó el profesor B desde su escritorio, haciendo que la mayoría de los miembros del comité voltearan a vernos y nosotros dejáramos de abrazarnos.
-¡No somos novios, profesor B!
Dije con amabilidad.
Jimin giró sus ojos hacia arriba, haciéndolos blancos.
-Aún.
Dijo en voz baja.
-¿Qué dijiste?
Pregunté.
-Nada. ¿Ya hiciste tu entrevista?
Cambió el tema.
-No, mañana será el gran día. ¡Estoy muy feliz!
Me puse a bailar como una boba, jamás había hecho una ridiculez así.
-Cálmate, ¿por qué tanta euforia por una entrevista aburrida?
Preguntó.
-Em...
El profesor B interrumpió para decirnos que el día había acabado y que podíamos partir.
Enseguida tomamos nuestras cosas y como de costumbre, Jimin y yo caminamos hacia el mismo destino.
-¿Entonces, por qué te emocionas tanto de entrevistar a la capitana esa?
Comenzaba a atacarme con preguntas mientras nos alejábamos de la escuela a pie.
-No es cualquier capitana. Se llama Dahyun y es muy...
Me perdí entre palabras.
-¿Es?
-Muy... inteligente para jugar fútbol.
¿Qué dije? No tiene sentido.
-Woah, ¿okay?
Jimin se burló de mí.
Después de ese momento incómodo, pasé unos cinco minutos hablando solamente de ella y de lo increíble que es.
-¿Ya terminaste?
Preguntó Jimin, algo cansado. A lo lejos podía ver nuestras casas, no nos faltaba mucho para llegar.
-Sí. Digo, no. De hecho creo qué hay algo que debo confesarte.
Me armé de valor y tomé la iniciativa de dejar de ocultar mis sentimientos.
-¿Ajá?
Mi mejor amigo se detuvo y me miró frente a frente.
-Creo que me gusta alguien.
Dije mientras mis labios temblaban levemente.
-¿Quién es ese alguien?
Jimin se encontraba en un mar de emociones, parecía feliz pero a la vez triste y celoso.
-Emmm.
No sabía si decirlo o no aún, no lo sé. Tal vez es todavía muy rápido.
-No tengas miedo, Sana.
Jimin acarició mi cabello hasta que logró poner ambas manos en mi mandíbula, haciendo que me acercara a su rostro.
-Jimin, n-
Intenté decir pero el chico acercó sus labios a los míos hasta que se juntaron.
Observé que él cerró los ojos y quería profundizar el beso pero no lo permití, así que lo empujé con fuerza ligera.
-¡Jimin! ¡¿Por qué hiciste eso?!
Le dije alterada.
-Ambos sabemos quién es esa persona que te gusta, sólo estaba adelantándome al resultado.
Jimin me tomó de la cintura y quiso volver a besarme pero ahora sí, lo empujé con tanta fuerza que tiré su mochila al piso.
-¡No, tú no me gustas! ¡Me gusta la capitana del equipo de fútbol, tú jamás!
Perdí el control y terminé gritándole. Me enojé, no supo respetar mis límites y la palabra "no".
Jimin solamente me miró, sin decir nada.
-Perdón, ¿okay? Es ella, no tú.
Reafirmé mi respuesta.
-Sana... ¿No te das cuenta? Tu actitud conmigo es diferente, me abrazas, me dices apodos lindos, ¡Todos creen que somos novios! ¿Qué no te das cuenta, enserio?
Mi mejor amigo parecía enojado, celoso. Jamás lo había visto de esa manera.
-Escucha, es un tipo de amor diferente. A ti te quiero como un hermano.
Intenté tranquilizarlo y él elevó aún más el tono de su voz.
-¡¿Un hermano, Sana?! ¡Un maldito hermano!
Llevó sus manos a su cabello, parecía que quería arrancarlo de la desesperación.
-¿Te confieso algo yo? Estoy seguro que si tuvieras relaciones sexuales conmigo, ¡Te olvidarías de ser una estúpida lesbiana!
Gritó.
En ese momento, mis ojos se llenaron de lágrimas que no podía contener más. Mi corazón se había roto en mil pedazos, como un pedazo de vidrio al choque directo con el piso. Sentí un dolor extraño en mi pecho.
-Creí que tú no eras ese tipo de hombre. Creí que jamás me juzgarías de esta manera.
Mis lágrimas comenzaron a caer y comencé a correr hacia mi casa, dejándolo atrás.
-¡Sana!
Escuchaba sus gritos a lo lejos, sin embargo decidí ignorarlos por completo.
Mi mejor amigo había roto mi corazón y nuestra amistad con tan solo unas palabras.

SHE (saida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora