Capítulo 35 - Un encuentro complicado

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Madara recorrió el camino a toda velocidad. Fuera lo que fuese que los chiquillos tuvieron que decirle a Senju Tobirama, no se podía permitir más problemas. Sus presuntas fechorías eran lo suficientemente malos para que ahora cualquier traspié que los muchachos cometieran se magnificara por diez o cien.

Bajó a la calle en cuanto el palacio apareció a la vista. Detrás de la entrada divisó dos carruajes. Madara reprimió un quejido fastidioso. Mas gente y, sin lugar a dudas, más rumores. Había imaginado una discusión con algunos padres furiosos. No una confrontación con una brigada.

Tora abrió la puerta del palacio antes de que Madara pudiera llamar y el azabache le dedicó una leve sonrisa.

-Buenas tardes, yo...necesito hablar con Senju Tobirama, en caso de que esté disponible.-

El shinobi asintió. 

-Si no le importa, le llevaré a su oficina mientras voy a consultar.-

Madara deseaba indagar sobre quiénes podrían ser los invitados, pero ahora, más que nunca, tenía que actuar como embajador de la academia y líder de un clan. A pesar de lo inseguro que se sentía por estar allí mientras ese horrible rumor populaba por todas partes, todavía tenía un papel que desempeñar. Manteniendo las manos enlazadas delante de él, siguió al shinobi, dispuesto a esperar a Tobirama.

Se acercó a la mesa donde estaba el tablero de Shogui. Al parecer, Tobirama, presintiendo obviamente su inminente derrota, había movido su última pieza a modo de distracción. 

-Siempre me pregunté cómo diablos Hashirama juega al Shogui mejor que yo.-

Tobirama cerró la puerta tras él y cruzó la habitación hacia Madara. El azabache alzó el rostro, mientras se le aceleraba el pulso. Lentamente, Tobirama acarició el flequillo oscuro del pelinegro, en tanto sentía como el azabache temblaba ligeramente por aquel contacto.

El albino se inclinó y rozó los labios del azabache con los suyos. Madara lo sintió por todo su cuerpo, pero al mismo tiempo, advirtió algo peculiar. Retrocedió, arrugando la nariz.

-Sabes a Nihonshu.-

-Es más común llamarle Sake.-

-¿Estás borracho, Senju?-

-Todavía no. Me has interrumpido.-

Madara no pudo leer su expresión.

-¿Quieres que me marche?-

-No.-

Lo besó de nuevo, suave y lentamente, como si fuera la primera vez. Madara deseaba fundirse en él. Esta vez algo era diferente, profundo, sereno y centrado. Mientras la unión de sus bocas se hacía más profunda y el calor serpenteaba por su espalda, Madara se preguntó si Tobirama había echado el pestillo a la puerta. Después de todo, los embajadores de academias no debían ser pillados con el trasero al aire, siendo abrazados por un político.

-Tienes invitados.- dijo, separándose de nuevo.

Tobirama mantuvo su mano libre, sujeta en torno al codo del pelinegro, sin dejar que Madara se alejara demasiado. No tenía intenciones de dejar huir al Uchiha.

-Solamente es mi madre.-

Madara parpadeó. 

-Creí que estaba desaparecida. Bueno, eso oí hace un tiempo.-

-Pues volvió.- Tobirama se inclinó para apoyar la frente contra la de Madara. -Es un asunto feo. La próxima vez mantendré la boca cerrada y los ojos abiertos Maddy. Te lo prometo.- 

•[ Una Apuesta Peligrosa ]• (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora