Capítulo 27 - Vals

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Si Obito no cesaba de añadir forituras y giros a su danza, el pobre Kakashi iba a romperse el cuello intentando seguirle el paso.

Madara disimuló una sonrisa tras la mano. Obito era demasiado exuberante, pero una vez que abandonara la academia a fin de emprender una carrera o un trabajo de cualquier tipo nunca se le permitiría levantar los brazos en el aire y girar como un reluciente bailarín profesional. Y todo el mundo debería tener la oportunidad de dar vueltas una vez en la vida. Detestaba que el mundo shinobi no fuera así aún.

Cuando el baile finalizó, se puso en pie para reunirse con sus pupilos. Teóricamente, cualquier mal comportamiento iría en detrimento de Tobirama. Pero Madara sabía perfectamente que no era al hermano del Hokague a quien juzgaban esa noche. 

-¿Me has visto? ¿Me has visto?- Obito dio otra vuelta, emocionado.

-Si, te vi.- Madara tiró de la manga del saco del chiquillo y se la acomodó. -Intenta no matar a nadie, pequeño diablillo.-

El aire se agitó a su espalda y Madara se dio la vuelta, por la aceleración de su pulso supo de quien se trataba.

-Tobirama.-

El mencionado bajó la mirada hacia el azabache; un magnífico león albino jugando con los corderitos de la academia.

-¿Me concedes este baile, Madara?- le preguntó, tendiendo una mano hacia el azabache.

El cuervo se sonrojó.

-Olvídalo. Son los niños quienes necesitan práctica, no yo. - respondió. Pero había estado observando al albino casi todo el tiempo que había durando la contradanza, y su protesta carecía de convicción. 

El peliblanco arqueó una ceja. 

-Pensé que enseñabas con el ejemplo, Uchiha.-

-Lo hago, pero no...-

-Cállate y enseñémosle a los niños como se hace.- 

El azabache contuvo el deseo de patearlo y miró a sus alumnos, quienes parecían completamente emocionados de que les demostrara como bailar correctamente. Shisui especialmente, asintió emocionado. Y Madara no pudo resistir al brillo ilusionado de tantos chiquillos. 

-Bien, bien.- Con un poco de suerte, bailaría con el albino una cuadrilla u otra contradanza, y no tendría que pasar mucho tiempo en compañía del atractivo albino. Solo tocar sus manos era suficiente. Estar en sus brazos...

La orquesta comenzó a tocar un vals. Con un estremecimiento, Madara permitió que le arrastraran a la pista de baile. Cerró los ojos mientras Tobirama deslizaba una mano alrededor de su cintura y le acercaba a él. 

-No hagas eso.- susurró el peliblanco.

-¿Que no haga qué?-

-No cierres los ojos. Hace que desee besarte.-

Madara abrió los ojos con celeridad.

-Bueno, no lo hagas.-

Tobirama comenzó a danzar.

-Trataré de contenerme. Pero debes saber que...-

-Dime que no vas a pasarte todo el vals diciéndome cuanto deseas acariciarme y besarme, por favor.-

Una ligera sonrisa tiró de la comisura de sus labios.

-Bien, me guardaré algo de diálogo hasta que estemos en algún lugar más privado.-

Incluso la mención de estar a solas hacía que el azabache necesitara controlar sus temblorosas rodillas.

-¿Le contaste algo a Mito Uzumaki?- preguntó, notando como la pelirroja le clavaba la mirada. -¿Algo sobre...lo que sucedió?-

•[ Una Apuesta Peligrosa ]• (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora