Capítulo 32 - Rumores

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Los siguientes dos días  pasaron desapercibidos para el azabache. Una pequeña mesa ocupaba el espacio en que solía ubicarse su escritorio, su informe sobre Konoha estaba colocado en el centro. Había repasado cada detalle de lo que había escrito. El proyecto era muy bueno, a pesar de no estar perfilado. Algunos apuntes iniciales estaban relacionados con renovaciones y gastos preliminares, lo cual le preocupaba, como también le preocupaban las ideas de Tobirama.

Por el bien de la academia tal vez debería haberse limitado a dejar que capitulase. Carecía de importancia que él disfrutara de una victoria limpia. Para los niños hubiese sido una victoria de igual forma. 

Se mostró callado y abatido toda la mañana. A pesar de que deseaba olvidar al albino, no podía pensar en otra cosa que no fuera él. Suspiró frustrado, en tanto leía la correspondencia. Entre tantas cartas, una en específico desechó al instante. Orochimaru invitando a los miembros de la academia a cenar en no se que aldea que nadie conocía. ¡Tsk! Enfermo insistente. ¿No le había quedado claro? 

Echó todas las cartas sobre la mesa y se volteó hacia la ventana de su despacho. En un rato tendría que volver a verle la cara al albino. Ciertamente no podía estar evitándolo. Hacía dos días que no asistía a las clases de sus alumnos por ello. Detestaba no tener la fortaleza emocional en ese momento. Pero lo cierto es que los últimos días había estado sobrecargado de estrés.

-¿Aniki?-

Izuna se encontraba sentado frente a él, con una carta abierta en la mano. Fugaku y Mikoto estaban junto a él, con el rostro demudado. 

-¿Qué sucede?- preguntó, irguiéndose con el ceño fruncido. Agradeció por un momento que hubiera un problema, cualquiera que pudiera apartar a Senju Tobirama de su mente.

Izuna lo miró un momento, suspiró y luego le entregó la carta.

-Tenemos una catástrofe.-



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Fugaku se paseó de un lado a otro de la entrada de la academia mientras Tobirama y el barouche se aproximaban. Hashirama iba sentado frente a él, aunque esa mañana el Hokague, como hacía casi tres días, había renunciado a todo intento de entablar conversación. 

-¡Tobirama-san!- dijo el castaño, con expresión aún mas agria de la habitual. -¡Lo están esperando!-

-A estas alturas, cabría esperar que así fuera.- farfulló Hashirama, saltando del Barouche junto a su hermano sin esperar que se detuviera.

Le esperaran o no, tan solo Obito se encontraba en las escaleras de la academia. El duendecillo se apresuró a agarrar al albino del brazo y tiró de el hacia la entrada. 

-Tenemos problemas, Tobirama-san.-

El corazón se le encogió mientras seguía al niño, con Hashirama detrás de ellos.

-¿Se encuentra bien Madara?- Maldición, no debió haberse ofrecido a capitular y luego retractarse de ese modo, sobre todo cuando sabía condenadamente bien que jamás le arrebataría la academia al azabache.

-Shh.- dijo el niño, apresurando el paso. -No puedo contárselo aquí. Pero es malo.- 

Había sido un completo imbécil la otra noche. Tobirama se sacudió tratando de aclarar su mente. No se le ocurrían motivos para que el azabache atravesara por una situación catastrófica. Tenía buenos planes para Konoha, una academia prestigiosa, un ex que superaba poco a poco y también lo tenía a él. ¿Qué podría estar mal? Aunque Madara fuera orgulloso, algo de sentimientos tenía hacia él. Y si no estaba del todo seguro, pues tampoco era una catástrofe, porque, simplemente, se casaría con él.

•[ Una Apuesta Peligrosa ]• (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora