Me desperté a la hora de siempre con el sonido agudo e irritante del despertador, tenía algo sueño y malestar por lo de la noche anterior, pero me encontraba extrañamente bien y recordaba poco de lo ocurrido, aunque suficiente.
Era miércoles, miércoles 15 de Abril del 1988. Un gran día. El día que lo cambió todo, en realidad, o todo lo que quedaba por cambiar. Probablemente fue de los más increíbles días de mi vida, pero será mejor que os lo cuente.
Bajé al baño, como siempre. Al pasar por la habitación de Jason él no estaba, como era de suponer, y me decidí a robarle una camisa suya para ponérmela.
Elegí una de tirantes, azul oscuro, de una marca de esas antiguas que ya nadie recuerda pero que eran de las que estaban de moda y la dejé encima de su cama para cogerla al salir del baño.
Entré en el lavabo y me lavé y peiné lo mejor que pude, ese día me encontraba de especial buen humor a pesar de la terrible pesadilla y quería que mi aspecto estuviese en concordancia con mi interior. Bien dentro de lo que cabía.
Cogí la camisa de encima de la cama y subí a vestirme a mi habitación.
Me puse unos sujetadores negros, porque al ser una camisa de Jason seguramente me iría grande y me sobresaldrían un poco.
Unos shorts negros también, a pesar que lo más probable era que no se me viesen con la camisa.
Y mis converse negras nuevas.
Me sentía de cada vez mejor según pasaban los minutos sin saber por qué y estaba feliz por ello.
Algo me decía que iba a ser un gran día y así fue.
Recogí del suelo la mochila y le metí mi bikini rosa por si hoy también iba al Lago de Jace.
También mi libro de Drácula de Bram Stoker por el aburrimiento, siempre lo llevaba cuando tenía que estar fuera mucho tiempo, pero pocas veces me aburría tanto como para leer.
Bajé con la mochila y la dejé en el sofá de la sala de estar.
Era una sala pequeña, sin paredes que la separasen de la cocina, sin televisor ni nada, sólo un par de sofás, una chimenea y encima de ella, una vieja radio. Era la habitación más acogedora de la casa después de mi cuarto, en realidad.
Me preparé mi Nesquik de todas las mañanas, al no haber nada más no pude tomar tostadas ni café. Pensé en esa tarde pedirle a Jace que me acompañase a la ciudad a hacer la compra con el dinero de Jason.
Al terminar, limpié la mesa y dejé todo en su sitio. Faltaban 20 minutos para que empezaran las clases, cogí la mochila y me marché.
Tomé el atajo del bosque para ver si me encontraba con Jace.
Esta vez ya no tenía miedo y me sabía mejor el camino para no llegar tarde como la otra vez.
Al los dos minutos ya pude oírle por encima mío en los árboles. ¿Por qué seguía haciendo eso? Y, ¿cómo?
-¡Jace, aquí abajo! -le grité.
Dio un salto y cayó justo frente a mí.
-Buenos días, bonita -dijo sonriendo con una de sus mejores y blancas sonrisas.
-Buenos días, Jace -le devolví la sonrisa-. Dime, ¿por qué por encima de los árboles y no por el suelo como la gente normal? -pregunté riendo.
-Bueno, ya sabes que yo no soy normal -me contestó al tiempo que me cogía la mochila y se echaba a correr.
Me puse a correr tras suyo y a gritarle que me la devolviese hasta que conseguí pillarle cuando él bajó el ritmo para reírse de mí y de que no sabía correr bien. En pocos minutos me había dejado sin aliento, su forma física y resistencia eran admirables. Pero no en ese momento.
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Immortal (definitivo)
Misterio / SuspensoRe-edición de mi primera novela Immortal. La historia de Noa, una chica de 15 años que lo pierde todo en un trágico accidente y se ve obligada a irse a vivir con un familiar que deconocía por completo. A partir de ese encuentro, su vida dará un giro...