Capítulo 28: Disculpas

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Hice como si no le viese y seguí caminando, cada vez más rápido.

Él, sin darle importancia al hecho de que yo no quisiese entrar en su furgoneta, siguió a mi lado, yendo lo más lento posible.

Los coches de atrás le pitaban para que se parase por completo o cogiese una velocidad normal.

Él seguía sin hacer ni caso.

-Noa, por favor, discúlpame, me siento fatal por lo ocurrido, prometo que no volverá a pasar -dijo después de varios minutos en silencio.

-No pienso disculparte. Para ti habrá sido una gilipollez, pero a mí me has jodido la vida - le grité sin mirarle.

-¿Ya no te acuerdas? El lunes pasado ya te lo dije, ha sido mi primera vez. Por lo que de importar, sí me importa.

Me giré sorprendida. Era verdad.

Estuve a punto de decirle que no se le había notado, pero no era un comentario a hacer si estaba enfadada con él.

Mierda, me estaba volviendo a ablandar.

Hice lo posible para volver a poner mala cara y seguir caminando.

Hacía ya hora y media que caminaba, y la mitad de ese tiempo había llevado a Jason pegado a mí.

Él y su estúpido don de saber todo lo que me gusta subían el volumen de la radio cada vez que en ella sonaba una canción de algunos de mis grupos y cantantes favoritos.

A ratos se me hacía imposible no cantar, y me jodía. Me jodía porque él lo notaba y se reía.

¿Cómo permanecer enfadada con alguien que te controla con tanta facilidad? Era una gran putada.

Conseguí llegar, pero, a casa de Jason sin subir a la furgoneta, lo cual era todo un logro.

Realmente jamás llegué a entender qué había en ese tío. Qué era lo que me impedía ser por completo yo misma cuando estaba con él. Qué me atraía tanto y a la vez me hacía odiarle.

Ni a estas alturas lo sé por completo. Y juro que es una tortura para alguien como yo.

Jason se bajó del coche, y, sin darme tiempo a reaccionar, me abrazó.

No me aparté. Mi cuerpo quedó paralizado bajo ese abrazo. Y de pronto sentí su calor.

Todo mi cuerpo se inundó de una sensación de paz que no había sentido desde hacía años.

Él me dio seguridad en ese momento tan jodido. Y por eso no pude hacer más que confiar en él.

No quería que dejase de abrazarme nunca.

Me puse a llorar y le dije al oído:

-De acuerdo, te perdono.

No sabéis lo que puede llegar a arrepentirse alguien de cuatro palabras tan simples.

Pero no en ese momento.

Entramos en casa, ya eran las tres y media de la tarde.

Yo no había tenido tiempo de comer demasiado, pero no tenía hambre alguna tras eso.

Sólo quería irme a dormir un poco. Caminar tanto rato me había dejado hecha polvo.

-¿Vas a dormir? -me preguntó Jason al verme empezar a subir las escaleras.

Me sequé las lágrimas que me quedaban y asentí.

-¿Te importaría que hablásemos antes de lo de la otra tarde?

Immortal (definitivo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora