Capítulo 4: La decisión de Noa

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Llegamos a casa bien entrada la noche, las estrellas iluminaban aquel cielo sin luna y Jason y yo íbamos cogidos de la mano, caminando muy lentamente.

Llevábamos callados un buen rato, ninguno sabía que decir. Lo que habíamos hecho no estaba bien, nada bien. Pero en general no me arrepentía.

"Puede que Jason empiece a gustarme o algo así. Es guapo, sexy, simpático y con un punto misterioso, aparte de lo divertido que se había vuelto. Además es muy detallista y sabe todo lo que me gusta. No puedo encontrar a nadie mejor ahora mismo. Tampoco tengo a nadie más." Pensaba mientras le miraba de reojo.

Enseguida, pero, me sentí muy idiota. Me estaba forzando a que me gustase alguien en quien no confiaba y que me daba miedo solamente para no sentirme tan sucia al haberme liado con él sin apenas conocerle y para colmo siendo familia mía.

Empecé a sentirme realmente mal. ¿Qué había hecho? ¿Cómo había podido ser tan jodidamente guarra? Algo en él me había sacado de mi cordura habitual. Solté su mano con cuidado, pero él lo notó de todos modos y me miró de reojo con preocupación.

Atravesamos el patio, subimos las escaleras al porche y entramos por la puerta de la cocina.

Jason se fue hacia el armario, cogió una bata y me la tendió.

-Vi que por el camino tenias frío -dijo con voz dulce sin mirarme a los ojos.

-Gracias -contesté agarrando la bata y poniéndomela sobre las espaldas.

-Es tarde, mañana tienes instituto, deberías irte a dormir, ¿quieres un vaso de leche antes? -intentaba actuar con normalidad al darse cuenta de que yo había empezado a arrepentirme mucho.

Avancé a la nevera y cogí la leche.

-Sí, me vendría bien -puse la leche sobre la mesa y me senté sobre la silla pesadamente.

Jason sacó dos vasos y dos cucharas y me tendió uno de cada quedándose los demás para él. Acto seguido se acercó a mí, me agarró de la cintura haciéndome levantar de la silla y me besó tiernamente.

Tal acción me desconcertó.

Me miró a los ojos, sus pupilas se dilataron al hacerlo tan fijamente y susurró:

-No podemos negar lo que ha pasado, ni actuar como si no significara nada. Sé que no debemos, preciosa, pero es demasiado tarde para arrepentirnos.

-Es verdad -dije aunque no entendía a qué venía eso ni a dónde quería llegar-. Pero entonces, ¿qué debemos hacer?

Se quedó unos segundos pensativo, intentó aguantar la mirada, pero no pudo, giró la cabeza y casi sin mover los labios dijo:

-Debemos evitar repetirlo más, no está bien. Ha pasado, sí, y no debemos negarlo ni crear mal ambiente entre nosotros, pero lo mejor será que no vuelva a pasar.

-Tienes razón -estuve a punto de derrumbarme mientras pronunciaba esas palabras, pero era la verdad, tampoco íbamos a sacar nada bueno de todo aquello. Lo mejor iba a ser dejar las cosas como estaban antes de esa tarde.

Me solté de sus manos y volví a sentarme. Me bebí el vaso de leche lo más rápido que puede y subí a mi habitación sin despedirme de él.

Tocaban las once y media.

Me tiré en la cama, ni siquiera me cambié la ropa y, entre sollozos ahogados, me dormí profundamente.

~

Me desperté como cada noche, sobre las dos y cuarto, gritando y sudando. Otra vez la pesadilla.

Esta noche había sido más terrible que nunca, pero, siguiendo como de costumbre, no conseguía recordarla, tampoco quería hacerlo.

Ahora, oficialmente, se cumplía un mes de la muerte de mis padres.

Pero esa noche fue diferente, no me veía con fuerzas de seguir en esa habitación, sola. Me daba miedo. Me dolía la cabeza y mi corazón me decía que saliera de ahí. Una presencia me invadía en el pecho, oprimiéndolo e impidiéndome respirar.

Bajé corriendo al piso inferior y me encerré en el baño de un portazo, sin ir a pensar que Jason dormía en la habitación de al lado. Me puse a llorar sentada en el suelo, abrazándome las piernas.

Minutos después oí unos pasos, pero no les tuve miedo, supe enseguida que era Jason por la pesadez con la que caminaba, cada mañana se despertaba así.

Tocó a la puerta.

-¿Estás bien, preciosa? -me preguntó desde el otro lado con voz adormilada.

-No... -no tenía fuerzas ni para negarlo- Puedes entrar.

Entró y, mojando la punta de una toalla, se sentó en el suelo conmigo y me lavó las lágrimas.

-¿Qué ha pasado? -preguntó minutos después dejando la toalla en el lavabo.

-Desde que vine aquí cada noche tengo pesadillas horribles, de las cuales jamás me acuerdo. Esta noche no he podido soportarlo...

Por un momento su cara se oscureció y su expresión se volvió fría y aterradora. Pero me lo tomé como una visión causada por las lágrimas, porque enseguida volvió a recobrar su actitud cariñosa y me abrazó.

-Tranquila, preciosa, vuelve a dormir, yo me encargaré de que los fantasmas no te atormenten más.

Sonaba a frase cutre de película, pero me sirvió y le sonreí.

Salimos del baño, me acompañó a mi habitación y me arropó una vez estuve sobre la cama. Me besó en la frente, pero se apartó al verme intentar subir hacia sus labios.

Sonrió tímidamente como recordándome lo que habíamos hablado y se marchó.

No tardé ni un minuto en bajar otra vez a su piso.

Entré en su habitación.

Me daba igual lo que habíamos acordado, quería dormir una noche con él, tenía aún miedo y estar a su lado me daba seguridad.

Él estaba ya dentro de su cama, a punto de volverse a dormir, pero me escuchó y levantó la cabeza de golpe.

-Preciosa, sabes que no podemos dormir juntos, está mal -había pillado por donde iba.

Le miré, suspiré y me apoyé en el marco de la puerta.

-Jason, yo tampoco creo que esto esté bien, pero me da igual, estoy sola en este mundo ahora mismo, la persona más cercana eres tú y sólo quiero dormir tranquila por una noche. Me haces sentir a salvo.

Me sonrió y se sentó haciéndome un poco más de sitio sobre la cama.

Caminé hacia ella, era muy grande para una sola persona, incluso para dos.

Me acurruqué a su lado y le miré de reojo.

Él también me miraba, sonreí y agachó la cabeza para besarme cerca de la oreja.

-Jason, he tomado una decisión, me da igual que seamos familia, me gustas, mucho -dije sorprendiéndome a mí misma segundos después.

Hacía pocas horas me había sentido fatal por haberme intentado forzarme a sentir algo que no sentía por él, y ahora iba y soltaba eso. Era completamente verdad, estar tan cerca de Jason me impedía actuar con normalidad. La que en esos momentos hablaba, pensaba y movía mi cuerpo era cualquiera menos yo.

Me miró con ojos brillantes y me besó acostándose por completo sobre mí.

-Tú también, preciosa, tú también me gustas mucho -sus ojos se cerraban por el sueño y se apartó dejándome un poco confusa.

Se estiró a mi lado y me acercó a su pecho rodeándome con un brazo.

Apoyé mi cabeza sobre él cerrando los ojos e intentando olvidar ese momento. Me sonrojé, algo avergonzada, la verdad.

Me había decepcionado un poco que se apartase de mí cuando yo había estado a punto de hacer una tontería. Pero en realidad fue mejor así, luego me daría cuenta. Aunque en ese momento me sintiese tan terriblemente idiota.

A parte, era sólo el primero de lo que iban a ser los días más jodidos, increíbles e intensos de mi vida.

Todo aquello no hacía más que empezar.

Immortal (definitivo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora