Atravesamos la zona de los marginados y estaba vacía. Igual de vacía que el día anterior, cuando fui a hablar con Wilson.
Jace no se sobresaltó, ni siquiera pareció extrañarse, como si supiese por qué no estaban, así que quise preguntar.
-Oye, ¿tú sabes por qué ayer después de clase no estaban los marginados y hoy tampoco? -pregunté fingiendo falta de interés aunque la realidad fuese que me moría de ganas de saberlo.
Me miró sonriendo lo más amigable que pudo, pero con un tono algo serio contestó:
-Bonita, no siempre es bueno saberlo todo. Y creo que este es uno de esos temas en los cuales no te hará daño la ignorancia, más bien te favorecerá.
Supongo que para no parecer tan borde me lo dijo cogiéndome la mano tiernamente y acercándome muy, muy cerca suyo.
Me puso justo delante de él, entre nuestras narices no habían más de cinco centímetros, y eso hizo que me olvidase al momento de lo que sus labios me susurraban tan cerca de los míos y me sonrojara. Siempre conseguía que me pusiese roja.
Él lo notó, pero, al contrario de lo que haría normalmente, no se rió, sino que se apartó algo y sin soltar mi mano seguimos caminando, sin acordarme ya de la ausencia de los marginados.
Llegamos a clase cinco minutos después, pero en el aula no había nadie y miramos el horario. Tocaba Educación Física, en el gimnasio que había al lado del instituto.
-Oh, mierda, me he olvidado la ropa -susurré recordando que era miércoles.
-No pasa nada, algo llevarás por ahí dentro, ¿no? -intentó animarme poniendo su mano izquierda sobre la mochila que colgaba de mi hombro.
-No, nada salvo unos bikinis, un libro y una toalla -contesté saliendo del aula, seguida de Jace.
-Bueno, estaría bien verte correr en toalla con un libro en la cabeza -bromeó.
-¿No preferirías en bikini? -probé de bromear yo también.
-No, tú en bikini eres solo para mí -dijo muy seguro haciéndome sonrojar por enésima vez.
Y esta vez sí se rió. Con una de sus sonoras y sexys carcajadas. Era un desastre lo mucho que me empezaban a gustar esas risas, esas situaciones que tanto se daban en aquellos días.
Tan fuerte fue esa carcajada que de un aula asomó una profesora y nos mandó callar.
-Oh, perdón -dijo Jace intentando no seguir riendo.
Me cogió la mano sin darme la posibilidad de negarme y nos fuimos corriendo por los pasadizos hasta llegar al claustro.
Siguiendo el claustro por el pasadizo izquierdo llegabas a una gran reja de barras de metal que daba al exterior, donde estaba el gimnasio.
Entramos por la puerta de atrás de ese polideportivo, que daba directamente a los vestuarios, para no encontrarnos con el profesor de Educación Física, Carter, que era muy estricto con los retrasos.
Había dos puertas, la que daba directamente al vestuario de los chicos y la otra, que daba a una sala, por así decir, desde la cual podías ir al gimnasio en sí, los baños y el vestuario de las chicas.
Entramos por la última y Jace me acompañó hasta la puerta del vestuario donde, desde dentro, se oían los gritos y risas de las chicas discutiendo sobre el próximo examen y cotilleando sobre el nuevo novio de una chica de primer curso que debían conocer. O no, con ellas nunca se sabe.
Me apoyé en la puerta para abrirla y Jace me preguntó:
-Al final, ¿qué te pondrás?
-Iré con esta ropa, Carter no me ha visto llegar con ella y no me dirá nada, ¿y tú?
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Immortal (definitivo)
Mystery / ThrillerRe-edición de mi primera novela Immortal. La historia de Noa, una chica de 15 años que lo pierde todo en un trágico accidente y se ve obligada a irse a vivir con un familiar que deconocía por completo. A partir de ese encuentro, su vida dará un giro...