Capítulo 13: El Lago

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Era una tarde muy tranquila, los pájaros silbaban alegremente y se escuchaban grillos en los arboles.

Hacía un calor considerable, y podías notar como poco a poco la ropa se pegaba a tu piel.

Las gotas caían suavemente por mi frente cuando unos golpes en mi hombro me sacaron de aquella especie de trance de relajación.

-Eh, bonita, que te duermes -dijo Jace mientras me giraba sobresaltada hacia él.

Llevaba en sus manos dos bocadillos de jamón y colgada de su espalda una toalla azul oscuro.

-Lo siento, esta tranquilidad y el calor me han dejado atontada, ¿querías algo?

-No, ya nada, desde dentro te preguntaba de qué querías el pan, te lo he hecho de jamón, espero que te guste -me dijo sonriente tendiéndome un bocadillo bastante apetecible.

Mientras Jace mordía su bocata me hizo señas con la otra mano para que le siguiera y empezamos a ir hacia el lago.

Caminamos hasta la parte izquierda de la casa y, separándonos de ella sólo unos metros, pasamos por entre los arboles hasta ver que la casa se terminaba y que en su lugar había una gran piedra de unos tres metros de altura y cuarto o cinco de ancho.

Era curioso como una piedra así de grande podía estar ahí, parecía casi colocada expresamente, pero resultaba imposible creerlo.

Parecía también fácil de escalar, pero no la escalamos. Seguimos avanzando hasta que el bosque se hacía menos denso y pude ver el agua.

El camino era muy corto, solo pasar la casa y la roca, la cual era donde estaban la cueva y la cascada, y ya estabas en el lago.

-¿Vamos a nadar ahora o primero comemos? -preguntó Jace dejando su toalla en una piedra cerca de ahí.

-Primero nos quitamos de encima este calor, mejor -contesté dejando mi toalla en la piedra de al lado.

Me fui a quitar la camisa y un momento antes de no ver nada por la tela me pareció ver a Jace mirándome con interés.

Cuando me saqué del todo la camiseta le vi mirándome con la misma expresión con la que lo hizo Jason la mañana que me vio en ropa interior.

Entonces caí en que no llevaba el bikini puesto, sino que iba en sujetador.

-Eh, ¿por qué esa cara? Un sujetador es casi como un bikini -le dije muy decidida.

-Ya, pero no sé si recuerdas que estamos en 1988 y en un pueblucho, que aquí son algo antiguos aún. Pero supongo que Miss Gran Ciudad ya lo sabía y sólo ha querido enseñarme su mercancía -dijo él en tono burlón mientras daba una vuelta a mi alrededor.

-¡Eh! -exclamé mientras me tapaba con mi camisa-. Una cosa es que a mí me dé igual bikini que sujetador y otra es que tengas que ir a mirarme así. Idiota.

Se echó a reír y sacó de entre los pliegues de su toalla mi bikini rosa.

-¡Serás! ¿Tenías mi bañador y has dejado que me desnude para verme las tetas? -pregunté ya cabreada.

Volvió a reírse.

-Sí -contestó como si nada.

Le pegué como siempre un puñetazo en la barriga y me giré haciéndome la enfadada a pesar de que realmente me importaba poco, yo era de la Gran Ciudad, ahí no son un problema cosas como esas. Me había tomado esa situación más como un cumplido que nada.

Jace se quitó su camisa tras mío y luego se acercó lentamente a mí.

Me puso una mano en la cintura y me acarició el brazo con la otra permaneciendo muy en silencio.

Immortal (definitivo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora