Capítulo 20: Cigarrillos y madrugadas

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Un extraño malestar me despertó a las tres de la madrugada, estábamos en casa de Jace aún, nos habíamos dormido sin darnos cuenta de que horas antes habíamos hablado de no ir a esa casa por un tiempo.

Yo no quería que Jace sufriese tanto estando ahí, y en parte yo quería estar en casa de Jason por si llegaba. Sería peor si no me encontraba y tenía que ir hasta la de Jace a buscarme.

No recordaba haber tenido ninguna pesadilla, y esa no era la hora normal de despertarme tras ella, me alegré por ese cambio, pero a la vez me extrañó.

Lentamente me puse de lado y me encontré con Jace dormido, ocupando gran parte de la cama y cogiendo suavemente mi muñeca.

Me quedé mirándole, dormía plácidamente con los labios ligeramente encorvados hacia arriba, dibujando una leve sonrisa, estaba precioso.

Me levanté de la cama soltando su mano de mi muñeca y dejándola sobre la cama con cuidado.

Hizo un ligero movimiento seguido de un quejido, pero enseguida volvió a dormirse profundamente.

Fui silenciosamente hacia la puerta.

Esta fue la vez que lo tuve más fácil. No me choqué contra la silla que sujetaba la puerta, y tampoco ninguna prenda de ropa por el suelo me hizo la zancadilla.

A punto de salir me giré sobre los talones y me quedé unos segundos observándole dormir.

Dormido boca-abajo, con una pierna estirada y la otra algo doblada, el brazo derecho atrapado bajo su torso y el izquierdo debajo de la almohada.

Me gustaba verle dormir, era una especie de placer inexplicable, irrazonable, inmenso.

Verle completamente quieto, moviéndose ligeramente a cada golpe de respiración, con esa expresión de paz.

Con esa expresión que yo hacía mucho que no tenía durmiendo.

Sin darme cuenta habían pasado varios minutos, así que, sin hacer ruido, me giré otra vez y salí a la cocina.

Abrí la bolsa de deporte de Jace donde había guardado las cosas para mudarnos y cogí uno de los paquetes de cigarrillos.

Luego busqué por la sala de estar una libreta o papel y un bolígrafo.

Me tuve que conformar con un lápiz con la punta medio rota y un par de hojas de un bloque amarillo colgado de la nevera.

No busqué mechero, llevaba uno conmigo siempre desde que iba con Jace, me parecía que era algo apropiado para tener yendo con un fumador.

Volví atrás a mi habitación para comprobar que Jace seguía completamente dormido.

No se había ni movido. Sonreí, y volví a la cocina.

Salí al patio delantero sigilosamente, y luego me fui, pasando por la ventana de la habitación de Jace, hacia la roca.

Me puse el lápiz entre los labios y los papeles en el bolsillo de al lado, junto con el tabaco, y me dispuse a escalarla.

Me costó bastante poder llegar a la cima de la roca, mucho más que la primera vez. Estaba húmeda, y yo seguía con cierto malestar que a ratos me nublaba la vista.

Conseguí llegar y respiré profundo, metiéndome el lápiz en el bolsillo.

Me senté pesadamente, con los pies a rozar de la cascada. Fue entonces cuando me fijé que la cascada parecía casi artificial. El agua que caía no provenía de ninguna clase de río ni lago, simplemente caía, como si fuese la roca la que sacaba el agua de dentro suyo.

Immortal (definitivo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora