12:00 del mediodía
Desde que había vuelto de hablar con Johnny un silencio monótono y frío había predominado sobre las risas de la tarde anterior.
No era un silencio para nada incómodo, más bien todos nosotros habíamos elegido estar esas últimas horas sin hablar demasiado, como se suele hacer tras un funeral.
Y creo que en esos momentos todos nos sentíamos un poco como en un funeral.
En parte por la muerte, aún reciente, de Smith y Dave, y por otra, por esa sensación generalizada de que pronto todo iba a irse a la mierda.
Sólo se rompió el silencio las veces que uno de nosotros separaba a otro ligeramente del grupo para comentarle algo que seguramente los demás ya habíamos notado.
Como cuando, un par de horas después de hablar con Johnny, sobre las nueve, le llevé detrás de la caravana para preguntarle si lo que me había contado lo sabían los demás.
-No. Por eso te lo he contado cuando lo demás aún dormían, y prefiero que sigan sin saberlo, sobre todo Eric -me dijo confirmando mi sospecha de que, si me había contado a mí eso, fue expresamente para que lo tuviese en cuenta a la hora de confiar ciegamente en él.
Sin hablar no hicimos demasiadas cosas juntos, la mayor parte del tiempo estuvimos tirados en la arena, buscando rayos de luz en ese paisaje grisáceo o simplemente mirando al cielo, que no se decidía a enseñarnos demasiado el sol a pesar de la ausencia de nubes.
Como si éste se hubiese hecho menos luminoso o intentase apagarse por completo.
Ahora que todos sabían lo de Eric y Johnny se pasaban aún más rato juntos. De tanto en tanto cruzaban miradas de complicidad y se sonreían, o se cogían de la mano mientras estuvimos sentados en la arena.
Jack y Simon fueron en algún momento al acantilado, pero no presté atención.
Habían llegado ya las doce del mediodía y decidimos que era hora de marchar a casa.
Entre todos recogimos lo poco que quedaba por recoger, puesto que durante esas horas de silencio ya habíamos empezado, aburridos de no hacer nada.
Sin demasiado humor nos subimos a la caravana y marchamos.
Miré desde la ventana cómo dejábamos atrás la playa, la segunda playa a la que había ido en mi vida. Y la última.
Sin pretenderlo, algunas lágrimas se derramaron sobre mis mejillas y al girarme hacia delante, Eric, que estaba a mi lado, se dio cuenta y me las secó.
Él parecía estar del mismo humor, que yo y que todos, a pesar de su siempre alegre forma de ser.
Para él también era la segunda vez que iba a la playa. Salvo que él ya había estado en esa misma antes.
Junto a Eric, Johnny conducía, con sus gafas de sol oscuras puestas a pesar de la débil luz que el sol desprendía aún a esas horas.
En cierto momento juré que lo que vi a través de una de las lentes de las gafas fue una lágrima, pero yo siempre estaba jurando ver muchas cosas.
Ya no confiaba ni en mi misma.
Detrás, Jace y los demás estaba sentados, callados y cada uno mirando a un lugar diferente.
Jace miraba por la ventana que tenía a su lado apartando con su mano la cortina.
Thomas, al lado de este, tenía el respaldo algo tirado hacia atrás y estaba apoyado en él, mirando hacia el techo.
Simon se movía nerviosamente en su asiento. En un momento dado se frotaba las manos y en otro picaba con el pie en el suelo de la caravana.
Albert se pasó todo el tiempo ausente, en realidad como todos, con la cara metida entre las manos, apoyando los codos sobre las rodillas.
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Immortal (definitivo)
Mystery / ThrillerRe-edición de mi primera novela Immortal. La historia de Noa, una chica de 15 años que lo pierde todo en un trágico accidente y se ve obligada a irse a vivir con un familiar que deconocía por completo. A partir de ese encuentro, su vida dará un giro...