Cuando volví a despertarme eran las once de la mañana.
Jace no estaba a mi lado, y sus pijamas estaban doblados sobre la almohada, cosa que en él me extrañó.
Me levanté, no me encontraba demasiado bien, pero podía mantenerme de pie.
Me puse unos pantalones de Jace y una camisa azul de tirantes que aún no le había visto nunca puesta.
Salí a la cocina y vi a Jace cocinando. Volví a extrañarme.
-Buenos días, bonita -dijo sin girarse.
Iba en sus pantalones negros pitillo y sin camisa, con un trapo de cocina colgando del hombro.
Por el olor supe que cocinaba uno de mis desayunos favoritos, que tanto amaba cuando era pequeña.
Judías con bacon.
-Buenos días cariño -le dije pasando a su lado y tocándole el culo-. ¿Desde cuándo cocinas?
Me miró extrañado, como si que él fuese responsable fuera lo más normal del mundo.
-Tengo a una preciosa chica en casa con la que me acuesto y a la que no hace ni una semana que conozco, creo que mereces un poco de atención -respondió.
Entonces me di cuenta, era verdad. Hacía cinco días justos que nos conocíamos, pero era ya mi novio y además la persona a la que más quería en este mundo.
Se dio cuenta de cómo bajaba mi mirada al suelo algo decepcionada y me levantó la barbilla con su mano.
Me besó en la nariz y siguió cocinando tranquilamente.
Joder, realmente le quería.
En ese poco tiempo había conseguido robarme por completo el corazón y no le hacían falta palabras para hacerme sentir mejor.
Era indescriptible. Hasta me parecía ridículo lo mucho que le quería.
Iba a prepararme un vaso de leche cuando vi uno recién puesto y exactamente como a mí me gustaban.
Con tres cucharadas y media de Nesquik, la leche hasta el tope del vaso y nueve galletas una encima de la otra al lado.
Se estaba esforzando en hacerlo todo perfecto, me pareció incluso que era una forma de que le perdonase por algo.
¿El qué? Me preguntaba.
En realidad era obvio, pero, como con todo, nunca te das cuenta hasta que ya no merece la pena acordarte de ello.
En ese momento sólo me senté a desayunar y a observarle. No servía de nada torturarme.
La ignorancia era y siempre será la clave.
Las judías con bacon me las sirvió cinco minutos después, sirviéndome también medio vaso más de leche y con su manía de seguir llamándome bonita a cada frase.
Él se sentó en el sofá y, cuando terminé, fui a sentarme a su lado.
Puse mi cabeza sobre su hombro. En esos momentos me sentía tan terriblemente enamorada que me daba vergüenza hacer el mínimo movimiento por si él lo notaba y le parecía una ridiculez.
Al final me atreví y, tragándome esa sensación de explosión sentimental, le pregunté por los planes que teníamos para hoy.
-Pues bien, bonita. Hará cosa de una hora y media, antes de que despertases, llamé a Eric y los demás chicos para quedar a comer en algún sitio nuevo. Luego, me acordé de tu historia de anoche, de cuando cumpliste los 13 años y fuiste a la playa por primera vez y lo mucho que te gustó -mi mirada se iluminó al darme cuenta por dónde iba-. Así que he pedido a Johnny que alquile una caravana, pagada a medias entre todos, y hoy vamos a hacer el día en la playa.
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Immortal (definitivo)
Mistério / SuspenseRe-edición de mi primera novela Immortal. La historia de Noa, una chica de 15 años que lo pierde todo en un trágico accidente y se ve obligada a irse a vivir con un familiar que deconocía por completo. A partir de ese encuentro, su vida dará un giro...