Capítulo 21: El recurso desesperado

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Sus palabras me sacaron de esa especie de paz que me habían provocado los cigarrillos y la luz de la Luna.

Noté que algo dentro de mi ardía en llamas. Como una alarma de algo que mi inconsciente había estado temiendo.

No dije nada. Me quedé en silencio fumando, tumbándome para mirar el cielo estrellado. Jace se acercó un poco más a mí y se quedó sentado mirándome.

Pasaron los minutos, mi cigarrillo se apagó. Yo seguí sin decir nada y Jace siguió a mi derecha, dejando consumir el suyo.

Habían pasado dos minutos desde que mi cigarrillo había desaparecido, inconscientemente una lágrima fuera de lugar se derramó bajando por mi mejilla.

Rodó fría y lentamente hasta cerca del labio, donde de pronto se paró en seco ante el dedo de Jace.

Éste me había cogido suavemente de la barbilla, poniendo su pulgar junto a mi comisura izquierda.

Haciendo un leve gesto hizo que me levantase, y me quedé sentada a su nivel.

Se acercó lo suficiente a mí para que nuestras caderas se rozasen y, quitando su mano derecha de mi cara con una suave caricia, intentó besar mi mejilla.

Me aparté evitando el roce de sus labios y le miré con los ojos de cristal. Él en cambio tenía una mirada de pánico que hasta dolía.

-¿A qué te referías con no sufrir por mi misma? -vocalicé bajito finalmente.

Jace mantenía la mano que me había quitado de la cara sobre mi muslo, pero entonces la apartó y se despejó la cara con ambas.

Sus ojos también brillaban terriblemente de lágrimas encendidas y esa expresión de horror no se me iba a olvidar en la vida.

Se puso el pelo hacia atrás y se mordió una mano con resignación apretando fuerte el puño.

-Yo... -quiso empezar a decir.

Las palabras se le quedaban atascadas en la garganta y parecía estar pasando por un mal momento.

Como si lo que me hubiese dicho hubiese sido mala idea soltarlo y ahora temiese hasta por su vida.

Pero en ese momento ese comportamiento no me dio pena alguna.

-¡Dilo! -grité.

-He hablado demasiado, no tenías por qué saber esto. Yo... yo lo siento mucho -parecía disculparse como si pensase que si yo no le perdonaba estaría en peligro.

Lo que no me quedó claro era si yo o él era el que tendría problemas.

Bajó la mirada y cogió mis manos con las suyas.

-Noa perdóname, te lo ruego. Haz como si lo último que te he dicho jamás hubiese salido de mi. Recurro a ese pacto con todas las fuerzas posibles. Por favor, por favor. No me preguntes nada, no aún -llegados a ése punto de súplica consiguió ablandarme un poco, pero no iba a darme por vencida.

-¿Por qué no aún? -no iba a rendirme sin conseguir antes toda la información posible, estaba harta de callar y dejar que él me mintiese.

Si ese pacto no era siquiera para protegerle a él, ¿por qué debería yo quererlo?

Lo había aceptado para que él tuviese su espacio, no para que me ocultase cosas sobre mí misma.

Aunque no se me ocurría nada en ese momento que yo no supiese de mí y él sí.

Claro que, no fui a pensar en la noche en que hicimos el pacto y en el hecho de que me pidió hacerlo para no tener que decirme nada sobre mi sueño de la noche anterior.

Immortal (definitivo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora