➵VEINTICINCO

8.9K 707 227
                                    

Capítulo 25



El sonido de mi celular hizo que me levantara con el ceño fruncido. Al ver la hora en el mismo marcaban las 5:57am.

Me levanté con sumo cuidado y me encaminé al balcón en el que, una vez estando ahí contesté.

-¿Si?

-________, soy Yugyeom.

-Yugyeom, ¿qué haces llamando a casi las seis de la mañana? - hablaba lo más bajo posible, decidí apoyarme en el barandal.

-Estoy en la acera de enfrente. -hizo una pausa breve- Por favor, sal de la casa y nos vamos.

No podía asimilar ninguna de sus palabras. Me incliné un poco más y pide verlo ahí afuera de su auto, al verme me hizo una seña y comenzó a venir hasta acá.

-¿Estás loco? -mi corazón estaba acelerado, sentía toda la adrenalina por mi cuerpo. Volteé hacia habitación y Taehyung seguía dormido- Si Taehyung se da cuenta será nuestro fin y lo sabes.

-Amiga no me interesa, no quiero que estés más con él. -vi que se paraba bajo la ventana, colgó la llamada y extendió los brazos- ¡Baja! -exclamó en un susurro casi audible.

-¿Qué? -dije con el mismo tono.

Rodó los ojos y me hizo una seña para que bajara.

Negué,- No puedo, no puedo hacerlo. -me di la vuelta y lo vi parado ahí con expresión seria.

-Amor... ¿Qué hacías? -preguntó con un tono más grave de lo normal.

Tragué en seco cuando comenzó a acercarse haciendo que por inercia comience a retroceder.

-N-nada, Papi. -a penas escuchó el apodo sonrió aún acercándose. Choqué con el barandal y aproveché en ver hacia abajo y Yugy ya no estaba allí, volteé a ver si seguía su auto y tampoco se encontraba.

Suspiré aliviada.

-Vamos a dormir. -dijo Taehyung guiándome a la cama con sus manos en mis hombros como si de un trencito se tratara.

Me acostó a mí primero y luego se acostó él arropándonos, juntó su frente con la mía tomando mi mano. Cerré los ojos al tener esa sensación de cuidado por su parte, si llegara a irme no podría vivir sin él.

-Te escuché hablando con tu amiguito gay, bebé. -habló de pronto haciéndome abrir los ojos del impacto.

-¿Q-qué di-dices?

-Tranquila, pequeña. -pasó su mano en mi espalda baja acercándome más a su cuerpo, él seguía con los ojos cerrados- Sé que nunca tendrás el valor de dejarme.

Mi mirada se entristeció sabiendo que tenía la razón. No dije más y cerré finalmente los ojos para seguir durmiendo.

(...)

-Levántate. -sentí que sacudían levemente mi cuerpo- Señorita, levántate.

Era la Señora Choi.

Abrí con pereza los ojos y la vi con una bandeja con comida.

-Le traje el desayuno. -comentó mientras dejaba la bandeja a los pies de la cama, me incorporé sonriéndole.

-Gracias, Señora Choi. -ella hizo reverencia y fue hasta la puerta pero la llamé nuevamente.

-Diga, señorita.

PapiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora