➵TREINTA Y OCHO

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Capítulo 38

Yugy✨: Perra.

Yugy✨: no me has escrito, no me hables más.

Tú: exagerado lo llaman.

Tú: mañana sale nuestro vuelo a Francia.

Yugy✨: mira _______ si ese hombre se pone caliente LO RECHAZAS.

Yugy✨: yo sé que tú eres otra calenturienta del clan pero tienes más orgullo que calentura, recuérdalo.

Yugy✨: ¿Jimin no aparece?

Tú: Nada aún.

Tú: En fin, dejemos el tema de Jimin de lado por favor. Total, se fue a la mierda y yo también dejaré que lo haga :).

Yugy✨: Así no se habla.

Yugy✨: debes decirle que tienes un amigo que cuenta como amiga que aceptaría con mucho gusto que él sea su sugar daddy 😏😌.

Tú: 😂

Tú: debo irme, Taehyung terminó de bañarse y borraré los mensajes por si acaso. Adiós, puta.

Yugy✨: me escribes, perra.

Apagué el celular esperando que Taehyung saliera del baño.

-Lo dejaremos para cuando regrese. -Tae salió hablando por llamada.

No presté atención, me alejé de la ventana y fui abajo a preparar chocolate caliente.

(...)

-______, voy a- ¿Qué haces? -cambió su oración al entrar a la cocina y verme.

Estaba comiendo rebanadas de sándwich con mantequilla de maní. Sonreí.

-Me dió hambre. -hablé con la boca llena- Oh, lo siento. Hice chocolate caliente, ¿Puedes servirlo?

-Claro. -se acercó a servirlo en dos tazas- Me siento extraño haciendo estas cosas.

-¿Por qué? -pregunté guardando la mantequilla y el pan.

Ignoró mi pregunta continuando,- Supongo que debo acostumbrarme ahora que no habrá nadie trabajando para mi.

-¿A que te refieres?

-Despedí a la mayoría, las estoy dejando en paz como dijiste. -tomó su taza y salió subiendo nuevamente a la habitación.

Emocionada tomé mi taza y subí tras él. Al entrar a la habitación fui hacia donde estaba sin antes dejar mi taza en la mesa de noche.

Me paré frente al sillón en el que estaba sentado,- ¿Lo dices en serio? -pregunté refiriéndome a lo que dijo abajo.

-La verdad no -cambié mi expresión a una seria-, no las despedí, pero sí les dije que no tienen que hacer absolutamente todo cómo lavar platos o traer los platos a la mesa y esas cosas.

Al escucharlo, chillé de la emoción y me subí sobre él abrazándolo como nunca.

-¿Tanto te alegra que lo haya hecho? -lo escuché reír.

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