Transición

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Capítulo narrado por Joe Loughty:

Mientras tanto, en la habitación del fondo, Camila se debatía entre la vida y la muerte, su cuerpo temblaba de repente, como si algo la electrocutara y yo solo estaba ahí, sosteniendo su mano, mientras una mujer le pasaba una toalla por la frente para limpiarle el sudor.

En toda mi vida, nunca me había visto en una situación parecida, quiero decir, si conocía chicos que consumían drogas, pero jamás ninguno había sufrido de una sobredosis. Cuando llegamos a la casa de Genevieve, su padre me pidió que me quedara a su lado, una parte de mi me decía que debíamos irnos a un hospital, pero algo más fuerte me dijo que debía confiar, así que aquí estoy...

―Bien, ya no podemos esperar más...―dijo el padre de Genevieve.

―Lestat, ¿estás seguro de que este joven podrá ayudarnos? ―la mujer que hasta ahora se había mantenido en silencio, sonaba preocupada mientras miraba al hombre asentir con seguridad y acercarse a mí.

―Escucha muchacho, la vida de nuestra hija depende de ti. ―

― ¿De mí? ¿Y yo que puedo hacer? ―me sentí confundido y algo temeroso.

―Tendrás que confiar en nosotros, y una vez que esto termine, te explicaremos todo. ―

―Puedo confiar señor, pero no entiendo que es lo que quiere que yo haga. ―y entonces lo vi sacar una pequeña daga de un estuche de piel, abrí los ojos completamente asombrado y retrocedí un poco cuando este me la ofreció. ― ¿Qué voy a hacer con eso? ―

―Harás un pequeño corte en tu muñeca, dejaras que la sangre fluya y luego harás que Camila beba de ella, solo eso podrá salvarle la vida. ―

¿Acaso escuche bien? ¿Qué carajo me estaba pidiendo hacer? Me sentí como en una secta satánica, recordé que en Discovery Channel hablaron una vez de un grupo de personas que se sentían vampiros, bebían sangre y hasta llegaban a sufrir quemaduras por la luz del sol. ¿Será que los padres de Genevieve eran de esos?

Un agudo grito me saco de mis pensamientos y mire a Camila que se retorcía en la cama.

―Por favor...―la mujer se acercó a mí con rapidez y tomo mi mano libre. ―Te lo ruego, ayuda a mi hija, no la dejes morir así...―mire su rostro mojado en lágrimas, en verdad creían que mi sangre le ayudaría de alguna forma.

―Se le está acabando el tiempo, muchacho. ―El padre de Genevieve me ofreció la daga de nuevo.

¿Qué debo hacer? ¡Piensa Joseph, piensa!

―Por favor... ―seguí escuchando las suplicas de la mujer. No pude resistir más, solté con cuidado la mano de Camila y tomé la daga.

― ¿Cómo debo hacerlo? ― esto es una locura.

―Haz un corte profundo, deja que salga sangre y descuida, no dejaremos que algo te pase. ―

―Qué alivio. ―dije con ironía mientras apoyé la hoja de la daga en la piel de mi muñeca. ― ¿Qué pasa si esto no funciona? ¿La llevaran a un hospital? ―

―Va a funcionar―

Y lo hice. El dolor punzante de la daga recorrió todo mi brazo hasta llegar a mi columna, mire la sangre fluir y con cuidado acerque la muñeca a la boca de la chica. Gotas del líquido rojizo golpearon sus secos labios, con la otra mano los separe suavemente y así llegaron a su garganta.

Camila grito de nuevo, abrió los ojos y trago saliva con dificultad, supongo que al sentir el aquel metalizado sabor.

Pero, algo milagroso sucedió. Su piel se llenó de vida, un color rosado fue reemplazando su palidez y fue como si todos sus sentidos se hubiesen despertado, apretando los ojos de nuevo, sus manos se sujetaron a la cama.

Apreté mi muñeca a su boca, sorprendido por lo que estaba pasando, pero con el deseo que siguiera bebiendo, que tomara todo lo que necesitara. La fuerte conexión que sentí con ella me golpeo en el pecho, temblé un poco, pero me mantuve firme.

Un momento más tarde, el padre de Genevieve me toco el brazo, indicándome que era suficiente, aleje mi mano de su boca y la mire. Ella también me miro y luego lamió sus labios.

― ¡Por un demonio, sí que ha funcionado! ―dije alzando la voz.

Pero hable demasiado pronto, porque el dolor volvió rápido y fuerte. Embistió a Camila, llevándola a una oscura agonía. Su frágil cuerpo se giró sobre el colchón para enseguida doblarse en posición fetal.

― ¡Se va a morir! ―

―No, esto es algo que debe pasar. ―

El sudor goteaba por su diminuto cuerpo, mojando las sábanas. Solo podíamos mirarla, se giraba de un lado a otro, como si tratara de escapar. La mujer que no había abandonado el lugar ni un solo instante, se acercó a mi comenzó a curar mi herida, y una vez que termino me abrazo con agradecimiento.

No sabía cuánto tiempo había pasado ya. ¿Minutos? ¿Horas? De igual forma los tres permanecimos ahí, con ella.

El padre de Genevieve respiro aliviado, ya pasaban de las 5 am y finalmente Camila se había quedado quieta y no estaba muerta.

―Fue muy valiente. ― dijo el hombre. ―Y tú también, gracias muchacho. ―

―Necesito saber que ha sido todo esto. ― dije con firmemente

―Y lo sabrás, pero, tendrás que jurar guardar el secreto... ― tomo la daga de nuevo y luego de limpiarla volvió a dejarla en su estuche. ―No podrás hablar de esto con nadie, especialmente con tu hermano, Nicholas. ―

―Es una situación delicada, confié en mí, señor...―

―Después de lo que hiciste por nuestra pequeña, tienes nuestra confianza, muchacho. ―

―Me llamo Joseph, temo que no tuvimos la oportunidad de presentarnos. ―

―Lestat Von Kleist y ella es mi esposa Katherine, debes saber que Genevieve es mi hija. ―

―Sí, es lo único que sé, realmente ella es amiga de mi hermano...―

―Aja... Nicholas―

― ¿No le agrada? ―

―Es complicado... es mejor que empiece a explicarte todo esto. ―

―Lo escucho con atención. ―

―Voy a decirle a Damon y a Evie que todo ha salido bien, hablen tranquilos. ―Katherine se dirigió a la puerta, pero antes de salir me dedicó una mirada. ―Gracias de nuevo, Joseph. ―sonreí y ella se fue. La escuche dar pasos hasta detenerse, y con una voz de alivio les dijo a los presentes. ― Ella está bien...―

―

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