Antiguo Amor

Bienvenida, Otra vez

Narra Evie:

Tenía cerca de dos horas sentada al lado de la tumba de piedra, sin hacer nada más que mirarla. La cripta Liechtenstein era modesta y a juzgar por su estado abandonado, podría pensar que hace más de un siglo que nadie le daba mantenimiento. En realidad, el resto del cementerio austriaco lucia igual de abandonado.

Algunas ratas correteaban a mi alrededor, pero no me importaba, en ese momento solo estaba yo y los restos de quien fuera mi primer amor.

Había ido ahí para disculparme y aunque cualquiera diría que no tenía sentido pedirle perdón a un muerto, en mi caso era diferente. En pocas palabras, era necesario.

― ¿Evie, cariño? ―mire hacia la puerta, desde donde mi nueva amiga me llamaba. ―Tenemos que irnos ya o perderemos el vuelo. ―asentí y ella volvió a dejarme sola.

―De vuelta a la realidad. ―pase mis dedos por el féretro de piedra. ―Deséame suerte―

Sentí una tranquilidad inexplicable cuando salí del mausoleo, era como si de alguna forma, la vieja alma de Nicholas me hubiera perdonado y con eso se llevará el enorme peso que había cargado sobre mis hombros en los últimos años.

Estaba lista para volver a verlo. Pero, sobre todo, estaba lista para recuperarlo.

Se venían muchas horas de viaje, y sé que se preguntarán porque no solo aparezco y me ahorro un vuelo en avión, y la respuesta es sencilla.

En los últimos 8 años me he mantenido en una especie de "rehabilitación" y con ayuda de mi nueva amiga, aprendí a suprimir la parte de Akasha que vive dentro de mí, sin embargo, cuando quiero hacer uso de los poderes que compartió conmigo pierdo la batalla por el control. Así que decidí no usarlos, después de todo nunca los había necesitado.

―No puedo creer que estaremos en este avión más de ocho horas. ―dijo mi amiga apretando con fuerza los cinturones de seguridad. ―Puedo tolerar una o dos horas de viaje, pero ¿ocho? ―me reí ante su comentario.

―Eres una bruja y odias volar, espero que entiendas lo irónico que suena eso. ―

―Cierra la boca. ―me miro con sus brillantes ojos azules. ―Si me haces enojar no te diré sobre la sorpresa que tengo preparada para ti. ―

―La última vez que quisiste sorprenderme terminamos en un bar lleno de hombres lobos con mal temperamento. ―

―También había vampiros, además tú fuiste la que inicio la pelea con esa chica asiática. ―

―Y le hubiera arrancado el corazón si su amigo no se hubiera metido. ―gire los ojos de solo recordar la situación.

―Su sexy amigo. ―sonrío maliciosamente. ―Espero que en Nueva York también nos topemos con licántropos sensuales. ―

Me reí. Les contare sobre mi amiga, su nombre es Sophie Sallow, nos conocimos en Inverness mientras yo buscaba un lugar para esconderme. Viene de un linaje de brujas de antaño y gracias a uno de sus hechizos he podido mantener al margen mis instintos de vampiro asesino, o sea, a mi madre.

Fue ella quien me persuadió para poner orden a mi vida. Tuvo razón al decir que mis padres no estarían molestos conmigo por lo que paso con mi media hermana y esperaba que tuviera razón con respecto a Nick.

Cerré los ojos y me recosté en el asiento. ¿Qué pasará cuando este frente a él? ¿Querrá escucharme?

Trate de relajarme, lo mejor era no atormentarme a mí misma.

Narra Nick:

Había sido un día largo, después de que Damon se fue del instituto tuve que seguir con mis clases, aunque no pudiera concentrarme en otra cosa que no fuera Genevieve. Cuando llegue y entre al apartamento, el olor de la comida caliente inundo mis pulmones.