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- Et tu nesais pas où c'est?- preguntó amenazante el canadiense mientras balancea su hacha sobre sus manos, sentado de piernas abiertas en la silla del comedor del alemán-
El anterior negó con su cabeza con actitud altanera, el ya había pasado todo ésto y más con su padre, no habría nada diferente en ésto.
Canadá al ver su indiferencia tiró su hacha clavándola en el suelo y a paso firme tomó por el cuello al alemán levantandolo por este mismo y apoyándolo en una pared cercana.
-Je serai direct-gritó sonriente al ver cómo Alemania se ponía pálido por la falta de aire-Je nesuis pas ton père, je ne me suicide pas-apretó más el agarré y sintió las uñas del alemán clavarse en sus muñecas- Je tueouils me tuent-
Riendo lo soltó y el alemán cayó jadeante y tomando grandes bocanadas de aire.
- Si je découvre que tu savaisoùétaitMONargie et que tu ne me l'as pas dit, je te tuerai-le dijo un sonriente canadiense mientras que, tomando su hacha anteriormente clavada en el suelo, abandonó la casa.-
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Yendo hacía su casa en su lujoso auto, revisó su móvil para ver si su amado latinoamericano, de sonrisas deslumbrantes y dulces le había respondido.
Al leer ese mensaje algo le dolió insensanteme en su pecho y sus manos comenzaron a temblar.
"No te quiero ver"
Canadá se desesperó y comenzó a llamarlo pero Argentina no respondía a sus llamadas, solamente lo mandaba a buzón.
Le pegó al volante frustrado, lo estaba perdiendo y no sabía cómo recuperarlo.
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Argentina se encogió escondiéndose detrás de su móvil para ocultar las lágrimas saladas que por sus pómulos surcaban, envío el mensaje que más le habría podido doler, pero necesitaba alejarse de él, tenía la esperanza de olvidar.
Tratando de no llamar la atención de los otros clientes del lugar, secó sus lágrimas con la manga de su buzo y luego de terminar su café y pagarlo, se largo melancólico de la cafetería, se suponía que sus vacaciones iban a ser felices.
Pero el se sentía destrozado. __________________________
Llegó al departamento de su hermano menor con una expresión muerta y vacía e ignorando las palabras de su hermano y el prometido de éste, se encerró en su habitación a lamentar el haber sido tan idiota por haberse enamorado de Canadá.
Aquél que jugaba con amor y pasión.
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