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Aún con solo la camisa blanca cubriéndolo y con el frío mañanero, se levantó de la cama y corrió en puntitas de pie hasta la cocina a preparar el desayuno, una casa realmente espaciosa, si ponía música, no lo notaría quien estuviera durmiendo en alguno de los tantos cuartos que había. Tenía tiempo, por lo que, sin aguantar más el suelo enfriando sus pies, patinando por los suelos resbalosos le pidió a una de las sirvientas si le podía ofrecer un par de pantuflas o algo que cubriera sus ahora fríos pies.
Al ponerse ese par de pantuflas negras se decepcionó al no poder seguir resbalando por el lugar como niño que parecía ser.
Su celular comenzó a timbrar y en la pantalla saltó el número del hospital, Argentina ya tomando por muerto a su amigo de la infancia, contestó. Esperaba que le dijeran "lo lamento señor Argentina, el señor Alemania falleció", pero mierda, quedó completamente incrédulo cuando le dijeron que.....
Alemania había sobrevivido.
Comenzó a maldecir a todos y todo lo que le llegara a la mente, pero trató de parecer feliz y conmocionado por las buenas noticias porque estaban las criadas ahí y no quería levantar sospecha alguna. Iba a cortar esa maldita llamada que le arruinó su hermoso día cuando escuchó algo más.
–––– Desgraciadamente, perdió la memoria, descubrimos que el arma atacante también le dió en la cabeza, realmente lo lamentamos.
Sus maldiciones y su mal humor quedó pausado al sentir pronunciar esas palabras a la recepcionista al otro lado del teléfono. Dió algunos saltitos de alegría, alabó a su novio por haberle golpeado en la cabeza y pensó en que podría manipular al alemán a su antojo, fingió preocuparse y preguntar más sobre el tema hasta que afirmó que él mismo se haría cargo del europeo.
Cortó la llamada, frente las empleadas fingió tristeza y se tambaleó falsamente, las empleadas se asustaron por lo que llamaron al canadiense que rápido entro a la habitación para preguntar por su estado.
–––– Ale está vivo, perdió la memoria
Canadá más que "consolar" a su amante quiso reír por la irónica situación, pero comprendió que sus empleadas estaban allí, con un movimiento de mano les ordenó irse y apenas las criadas cerraron la puerta tras sus espaldas, Argentina le saltó encima al canadiense sonriendo.
–––– ¿Adivina quién lo va a cuidar?
Canadá sonrió ladino, lo rodeó entre sus brazos disfrutando de la belleza fragante que desprendía el argentino y dijo.
–––– ¿Tú?
Y el sudaco sonrió aún más.
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