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- hola?- preguntó al contestar el teléfono-

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- hola?- preguntó al contestar el teléfono-

- ¿Es usted el señor Argentina?-

- ¿Si que pasó?- estaba nervioso, ¿acaso algo malo había pasado ?-

-El señor Alemania está hospitalizado en estos momentos-

Todo su mundo de alegría se veía engañoso y borroso en esos momentos, su corazón se paralizó y quedó en blanco, sus manos comenzaron a temblar.

-¿Q-que?- preguntó el oji-marron con voz átona.-

- Al parecer sufrió un ataque con un arma blanca, el paciente le quiere aquí- habló la dama por el teléfono-

La llamada cortó ahí, corrió hacía su habitación, desesperado buscó una chaqueta y salió apurado del edificio.

La llamada cortó ahí, corrió hacía su habitación, desesperado buscó una chaqueta y salió apurado del edificio

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-¿Ale?, ¡ALE!- gritó al verle-

El alemán le miró sonriendo, aún así sonreía, vió la herida, eran varias, una en el pecho, otra en la pierna y la última cerca del corazón.

Había un policía allí, pero le restó importancia, ¿Por qué dañarían a Alemania?, Esa era unas de las preguntas que por su mente rondaban.
Y la otra era....

¿Quién fué?

En otro lado distante a éste, Canadá estaba sentado cruzado de piernas mientras balanceaba la pierna colgante, con una sonrisa cínica en su rostro, bebía un vaso de agua tranquilo mientras dejaba manchado todo a su alrededor.

Tenía algunas heridas en su cuerpo, alguna más grave que la otra, pero nada de que preocuparse según él.

El vaso quedaba manchado con sangre, mientras que en la silla se escurría una que otra gota de éste líquido color carmín.

Reía mientras posaba una mano en su cara, se despojó de su ropa, miró hacia el mesón en dónde estaba su querida hacha, está manchaba todo el mesón por la sangre pero no le importaba, ya que después tendría que prender fuego el departamento, así que le daba igual.

Todavía seguía en aquel departamento, de propiedad alemana, se rió nuevamente de como habían surgido las cosas y de cómo él había salido impune de todo eso.

Tiró su ropa por algún lugar de aquel frío lugar y fue a darse una ducha, saco de su bolso negro otro conjunto de ropa y luego, con ayuda de gasolina y un fósforo prendió fuego todo, era un piromano por naturaleza, por lo que disfrutó de aquel espectáculo por algunos segundos, aquel incendio de colores cálidos destruiría cualquier evidencia en contra suyo, desde huellas dactilares, aunque usó guantes, hasta cualquier rastro de cabello o sangre que haya dejado.

Se despidió de su amada hacha, necesitaba que se quedará allí, no podía arriesgarse a llevarsela cuando en ella estaba la sangre del alemán y sus huellas.

Total,

Podía comprar una nueva.

Podía comprar una nueva

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🄸🄽 🄵🅁🄾🄽🅃 🄾🄵 🄼🅈 🅆🄸🄽🄳🄾🅆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora