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-si....claro- dudó el argentino y se tomó todo el café con leche de un sorbo para luego decir- Me voy a bañar.-
Se levantó de la cama y se estiró haciendo que su camisa de botones color carmín se le levantase dejando a la vista su abdomen.
Tomó la bandeja entre sus manos y con los pies solo cubiertos por la fina capa de tela de la media fue caminado hasta la cocina para lavar lo usado y luego acomodarlo en sus respectivos lugares.
En el trayecto que le tomó realizar todas estas acciones notó como el canadiense estaba inseguro sobre preguntarle algo o decir algo tan siquiera, pero no le prestó demasiada atención.
-¿Y si nos bañamos juntos?- resonó la pregunta canadiense por el departamento-
-No-respondió rápido el argentino ignorando los intentos que Canadá hizo a continuación para hacer que cambiase de idea, fue rápido y se encerró en el baño-
Esta vez, habría límites ___________________
- Vooooy- gritó Argentina corriendo hacia la puerta-
Canadá se estaba bañando por lo que ahora estaba solo mirando la tele cuando el timbre de su departamento sonó.
-¡Ale!- sonrió el portador del sol abrazándolo-
- Argentinien! Wie geht es dir?- le regresó el abrazo el alemán-
Argentina iba a contestar cuando del baño salió Canadá con solo un boxer negro puesto y con la toalla secándose el cabello.
- ¿Alemania?- preguntó sonriendo cinicamente-
Alemania le había mentido.
Con una de sus mejores sonrisas falsas se dirigió hacía el y estrecharon las manos.
- Hace mucho que no nos vemos- dijo Canadá mientras le daba un abrazo-
"Tu ne savais pas où était Arge?" Le susurró en el oído sarcástico y se alejó con una sonrisa de falsa amabilidad.
-¡Andate a cambiar animal!- gritó el argentino rompiendo la incómoda situación-
Empujó al canadiense hacía la habitación y cerró la puerta detrás de ellos.
-¿Cómo vas a salir así?- le cuestionó el argentino tirándole con sus prendas-
Canadá en un movimiento rápido logró poner al argento contra la pared, su rodilla entre las piernas de éste, un brazo al lado de su cabeza y el otra sosteniendo firmemente la cintura contraria.
Se acercó al cuello ajeno con su aliento rozando su cuello, causando escalofríos por parte de Argentina.
- Dale salí, que no estamos solo- trató de empujarle con sus brazos pero le fue imposible para el sudamericano-
Canadá no respondió, solamente comenzó a succionar la piel del cuello argentino sacándole quejidos al susodicho y dejándolo una evidente y visible marca en su cuello.
Sonrió con narcisismo y alejándose comenzó a vestirse nuevamente.
Alemania le había mentido, y eso a él, no le gustó.