³⁴|sᴇx|

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-si

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-si....claro- dudó el argentino y se tomó todo el café con leche de un sorbo para luego decir- Me voy a bañar.-

Se levantó de la cama y se estiró haciendo que su camisa de botones color carmín se le levantase dejando a la vista su abdomen.

Tomó la bandeja entre sus manos y con los pies solo cubiertos por la fina capa de tela de la media fue caminado hasta la cocina para lavar lo usado y luego acomodarlo en sus respectivos lugares.

En el trayecto que le tomó realizar todas estas acciones notó como el canadiense estaba inseguro sobre preguntarle algo o decir algo tan siquiera, pero no le prestó demasiada atención.

-¿Y si nos bañamos juntos?- resonó la pregunta canadiense por el departamento-

- No- respondió rápido el argentino ignorando los intentos que Canadá hizo a continuación para hacer que cambiase de idea, fue rápido y se encerró en el baño-

Esta vez, habría límites
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- Vooooy- gritó Argentina corriendo hacia la puerta-

Canadá se estaba bañando por lo que ahora estaba solo mirando la tele cuando el timbre de su departamento sonó.

-¡Ale!- sonrió el portador del sol abrazándolo-

- Argentinien! Wie geht es dir?- le regresó el abrazo el alemán-

Argentina iba a contestar cuando del baño salió Canadá con solo un boxer negro puesto y con la toalla secándose el cabello.

- ¿Alemania?- preguntó sonriendo cinicamente-

Alemania le había mentido.

Con una de sus mejores sonrisas falsas se dirigió hacía el y estrecharon las manos.

- Hace mucho que no nos vemos- dijo Canadá mientras le daba un abrazo-

"Tu ne savais pas où était Arge?" Le susurró en el oído sarcástico y se alejó con una sonrisa de falsa amabilidad.

-¡Andate a cambiar animal!- gritó el argentino rompiendo la incómoda situación-

Empujó al canadiense hacía la habitación y cerró la puerta detrás de ellos.

-¿Cómo vas a salir así?- le cuestionó el argentino tirándole con sus prendas-

Canadá en un movimiento rápido logró poner al argento contra la pared, su rodilla entre las piernas de éste, un brazo al lado de su cabeza y el otra sosteniendo firmemente la cintura contraria.

Se acercó al cuello ajeno con su aliento rozando su cuello, causando escalofríos por parte de Argentina.

- Dale salí, que no estamos solo- trató de empujarle con sus brazos pero le fue imposible para el sudamericano-

Canadá no respondió, solamente comenzó a succionar la piel del cuello argentino sacándole quejidos al susodicho y dejándolo una evidente y visible marca en su cuello.

Sonrió con narcisismo y alejándose comenzó a vestirse nuevamente.

Alemania le había mentido, y eso a él, no le gustó.

🄸🄽 🄵🅁🄾🄽🅃 🄾🄵 🄼🅈 🅆🄸🄽🄳🄾🅆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora