3 ||ÁNGEL||

8.6K 1K 341
                                    

ZAHARA EVANS;

Mi inconsciente mente, se dio por aludida.

Era incapaz de formular una palabra sin pensar en aquellos tres hermanos, unos que por su misterio, no lograba entender.

Adirael, ese chico era bastante misterioso. Mirada fría, aires de engreído y el ego por las mismísimas nubes, un cuerpo de dioses y un sarcasmo acojonante. No se dejaba intimidar, no se dejaba aplastar.

En eso nos parecíamos.

Cuando me habló por primera vez un escalofrío sentí en mi ser, era algo bastante extraño de presenciar, me recordaba al fuego que nunca llegué a tocar,pero también me recordaba a un auténtico gilipollas.

Miré a Aiden desconcertada, no entendía porque me había seguido hasta aquí, no entendía como todavía tenía la cara de vergüenza de mirarme siquiera a la cara.

Sus ojos me gritaban dolor, sufrimiento, arrepentimiento...

Pero, me di cuenta de que yo no sentía lo mismo.

—Zahara, ¿Podemos hablar?—este habló y se acercó tendiendome la mano.

Miré la mano la cual agarré tantas veces, la cual me daba caricias todos los días y la que me cogía la nuca para poder besarme.

No me podía creer que ya no pudiese agarrarla más.

Me quedé observandola unos segundos y levanté la mirada, no iba a aceptar nada suyo.

Mi orgullo me lo impedía, mi amor propio me lo repetía a cada instante, me merezco algo mejor, me merezco algo que no me haga tanto daño. Sin embargo, Aiden me hizo tanto daño que ya nada podría afectarme ahora, mi orgullo era lo primero que aprendí de mis padres, lo primero que me enseñaron desde pequeña, con mucho cuidado, con mucho amor. No me iba a dejar pisotear por alguien que no entendía lo que era eso, prefería mil veces romper con todo a bajar la cabeza ante alguien.

No me criaron así, yo no soy así.

—¿De qué? ¿De cómo lo hacíais mientras me dejabas plantada en las discotecas? ¿O mejor, de cuanto tiempo aguantabais?

Baja la mano aceptando mi rechazo y se pone las dos en la cabeza frustrado, empezó a mirar el cielo oscuro y a respirar con dificultad.

—Lo siento.

—Ya, eso se dice.

—Perdóname Zahara, no quería hacerte daño, no así. Sé que no me lo perdonarás nunca, y te juro por lo que más quieras que aún te quiero, pero me dejé llevar y...

—Espera ¿Por lo que más quiera?—le interrumpi mirándole confusa, me acerqué con unos cuantos pasos y levanté el dedo indice posicionandolo en su pecho-Te quería a ti.

—Lo sé, y la he cagado contigo muchas veces, no te merezco.

Le miré unos cuantos segundos a los ojos y el vacío en mi interior se iba intensificando a medida que lo miraba, el ácido en mi interior logró recorrer todas las venas de mi cuerpo y me costaba intentar respirar, sentí una opresión en mi pecho y las lágrimas casi intentaron traicionarme y salir de mis ojos marrones.

Casi.

—¿Me haces un favor y miras a tu alrededor? Dicen por ahí que están volando dignidades.

Me acerqué a él, pasé por su lado con tanta indeferencia como pasotismo. Su presencia ya era insignificante. Rocé mi hombro desnudo con el suyo, con un poco de brusquedad, y me acerqué a susurrarle algo al oído.

|ENTRE CAÍDOS|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora